TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

que fue amable conmigo. En fin, me explicó con más detalle de qué se
trataba. Yo seguía un poco desconfiada, pero ella me decía: anda, que estás
muy bien, mujer, que eres guapa y tienes un color de piel muy bonito, que
estoy segura que cualquier americano cuando vea tu foto se volverá loco.
Yo le dejé una foto de carnet y ella me metió en el album de aspirantes;
también me dijo que yo no tenía que pagarle nada hasta que no empezara a
recibir correos. Cuando salí del despacho, Lucía estaba en la salita de
espera, esperando a que yo saliera, estaba pálida y nerviosa como un flan.
Yo le pregunté si había leído el email, y me contestó que era el primero que
recibía y que eran nueve páginas, que si se lo podía leer; yo le dije que
bueno, y ella insistió en que fuésemos a mi casa porque tenía miedo de que
la vieran sus hijos y que le comentaran a su marido todo lo que estaba
haciendo a escondidas. Así que cogimos un taxi, y ya le empecé a leer en el
trayecto hacia mi casa. A mí me pareció una carta muy linda, y pensé: ojalá
a mí me escribiera uno así, tan bello. Al final de las nueve páginas, en la
última página había una foto de él, y le dije a Lucía: mira su foto, qué
lindo, es un gordito muy guapo. Ella, en cambio, cuando vio la foto cambió
el semblante por completo, y me dijo: a mí no me gustan los gordos. A mí,
por el contrario, que sí que me gustan los gorditos, le dije: pero, si está
lindo. Y ella: no voy a contestarle. Yo le dije: pero, mujer, al menos
contéstale y dile que no te escriba más, que no te interesa, que no es tu tipo,
y agradécele el detalle de haberse molestado en escribirte. Me preguntó: ¿a
ti te gusta? Yo dije: a mí me parece muy guapo. Pues, contéstale tú. Pero,
cómo voy a contestarle si no sabe quién soy. Bueno, tú contesta por mí,
dijo ella. Y así fue como yo le mandé el correo.
A la mañana siguiente, muy temprano, sonó el teléfono. Yo estaba todavía
medio dormida, era Sonia, y llamaba para decirme que tenía un correo, que
pasara a recogerlo. Llamé a Lucía y le pedí que fuera conmigo a recogerlo.
Quedamos por la tarde. Con bastante expectación entré en la oficina para
recoger el correo. ¡Oh, sorpresa! Era la misma carta exacta que la que había
recibido Lucía, con las mismas comas y los mismos puntos, todo
exactamente igual salvo que iba dirigida a mí. Bueno, de todas formas me
hizo mucha ilusión, e inmediatamente me puse a responder. Así fue como
empezó. Casi diariamente tenía un correo de Toni.
Un día, estaba en casa cuando tocan a la puerta. Un ramo de flores
precioso. Miro la tarjeta y leo: “para mi linda esposa, con todo mi amor,
Toni”, porque desde que le respondí el primer correo empezó a decirme
que era su esposa. Es una tontería que una persona sin conocerlo a uno, sin
haberlo visto frente a frente dijera algo así, pero como nos separaban tantos
kilómetros de distancia y era sólo escribir pues le llevé la corriente. Ese
mismo sábado yo también quería sorprenderlo, puesto que este detalle me
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