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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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sin trabajar. Probé a buscar un trabajo. Bia me dio la dirección <strong>de</strong> Cáritas y<br />

fui. Me hicieron una ficha. Pero, no encontré nada.<br />

Luego, a la semana siguiente, Bia, la encargada <strong>de</strong>l piso, se marchó para<br />

Portugal a pasar las Navida<strong>de</strong>s en casa <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> su novio. Nos<br />

explicó cómo era el trabajo en el piso y nos dijo que <strong>de</strong>cidiésemos durante<br />

esa semana. Nos quedamos en el piso Cristina, Pamela y yo. Pamela se<br />

pasaba todo el tiempo encerrada en la habitación, durmiendo y metiendo<br />

coca, y saliendo luego <strong>de</strong> fiesta por las noches. Nos pedía dinero prestado.<br />

Me <strong>de</strong>jó sin dinero. Decía: - Mañana te lo <strong>de</strong>vuelvo. Así todos los días.<br />

Gastando todo en la droga. A mí me cogió quinientos euros y a Cristina<br />

doscientos. Nunca más.<br />

Decidimos comenzar a trabajar. Cristina consiguió un puesto <strong>de</strong> cocinera<br />

en “El Paso”. Ella quería que le acompañase, pero sólo tenía la posibilidad<br />

<strong>de</strong> trabajar en el salón. No tuve valor. Y no fui. Preferí quedarme en el piso.<br />

Cuando llegó Bia <strong>de</strong> Portugal me propuso que compartiésemos los gastos<br />

<strong>de</strong>l piso. Le dije que no tenía dinero, porque se lo había <strong>de</strong>jado todo a<br />

Pamela y todavía no me lo había <strong>de</strong>vuelto. Ni me lo <strong>de</strong>volvió jamás. Bia<br />

fue a buscar a Pam a la habitación y discutieron bien fuerte. Más tar<strong>de</strong>,<br />

Pam cuando venció el alquiler se marchó <strong>de</strong>l piso.<br />

Trabajando en el piso<br />

Bia colocó un anuncio en “El Pogreso”. No sé ni cómo era. Yo entonces no<br />

entendía nada y Bia lo colocó <strong>de</strong> la forma <strong>de</strong>l anuncio <strong>de</strong> ella. Llamaban<br />

muchos hombres. El teléfono lo atendía Bia y ella siempre <strong>de</strong>cía que tenía<br />

una amiga.<br />

La primera vez entré temblando en la habitación. No sabía ni qué <strong>de</strong>cirle a<br />

aquel hombre. Bia me <strong>de</strong>cía: - Imagínate que es tu marido… Resultaba<br />

muy difícil. El cliente me preguntó que porqué estaba tan nerviosa. Bia le<br />

explicó que yo acababa <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong> Brasil. Recuerdo que me trató bien.<br />

Pero, los nervios me duraron los diez días que estuve allí trabajando en el<br />

piso.<br />

Mi marido me telefoneaba a todas horas. Me imploraba que regresase, que<br />

iba a cambiar, que todo sería diferente… Le dije que estaba trabajando<br />

cuidando a una señora. Bia me aconsejó que hiciese lo que realmente<br />

<strong>de</strong>seaba, que si todavía le quería me fuese con él, y que si ya no sentía nada<br />

me quedase en el piso. Pero, al final tenía tanta confusión en mi cabeza que<br />

<strong>de</strong>cidí <strong>de</strong>jarlo. Pensaba que jamás lograría acostumbrarme a esta vida. Me<br />

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