TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Testigo protegido
Yo tenía miedo de denunciar, porque no quería que me deportasen. El
novio de la dueña del piso es guardia civil y fue él quien me aconsejó que
denunciase.
En enero de 2003 fui al Cuartel de la Guardia Civil. Me llevaron a un
despacho donde iba a hacer las declaraciones. Allí fue donde conocí a
Arsenio. Me pidió que fuese muy sincera, y estuvimos allí como tres horas.
También, me enteré de que otras chicas ya habían denunciado. Mientras
estuve en el Cuartel me sentí bien. Arsenio me explicó que con la denuncia
yo podía ganar los papeles y eso.
Al cabo de tres días, me vino a recoger Arsenio y fuimos al Juzgado. Allí
todo el mundo muy serio. Me tomaron la declaración y luego me dieron el
papel con el testimonio de testigo protegido.
Una semana después de haber estado en el Juzgado, empecé a trabajar en
un club a las afueras de Lugo. Trabajaba por el día en el piso y por la noche
en el club. Cuando estaba en el Juzgado me encontré con una amiga: -
¡Erika! ¿tú por aquí? Y esa misma noche ya me llamó el dueño del club y
me dijo: - Erika, que estoy aquí con tu amiga, que me dice que tú eres muy
guapa, que puedes venir para acá a trabajar. Y así fue como empecé a
trabajar en el “Lexis”. Me vino a buscar Alberto, el dueño, junto con la
chica venezolana que me había encontrado en el Juzgado.
En el “Lexis” estuve trabajando cuatro meses. Al terminar el primer mes,
ya me salí del piso y me fui a vivir al club. Allí estuve muy bien. Es el
mejor club en el que he trabajado. Allí tratan muy bien a las chicas. Me
enrollé con Alberto, pero tampoco era una relación con mucho
compromiso.
De allí me fui para La Coruña. Alquilé un piso con una amiga. Alberto era
muy mujeriego y yo era muy celosa. No era su novia oficial y a veces tenía
que escuchar como estaba follando con otras chicas, porque dormía justo
en la habitación de al lado. Estuve dos días en “La Fonda”, pero no me
gustó, y después me fui a un piso de contactos donde estuve trabajando dos
semanas.
Cuando estaba en Coruña, un viejito que había subido conmigo en el
“Lexis”, me llamaba todos los días. Había conseguido mi número de
teléfono por una amiga del club, que le hizo subir con ella antes de darle el
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