TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

marroquíes y los portugueses. La mayoría de los portugueses son chulos,
quieren chulear a las mujeres y si no te pegan. Safados, vagabundos. Yo ya
tengo experiencia, que estuve viviendo con uno durante tres meses…
Me quedé hasta embarazada, y luego tiréi o nené, con dos meses y medio.
Era un vagabundo, un desgraciado de mierda. No quería que saliese a la
calle, y si alguien me miraba ya quería darme unas hostias. Íbamos a
arreglar los papeles para casarnos y todo. Un día, porque yo había estado en
una cafetería con un amigo suyo, me dio una hostia, y yo entonces le rompí
un plato en la cabeza. Lógico. Nâo deu certo. Me fui de su casa y volví para
el “Atlántida”. Me vino a buscar varias veces al club, pero nunca más volví
con él. Yo también soy muy bruta, a veces le pegaba con la sartén… Fuera
de eso, fui una buena esposa. No tenía nada que reclamarme.
En el “Atlántida” yo era la más sapeca, era la más safada y vagabunda.
Después de perder al bebé, mi amiga vino a buscarme. Quería que fuese
para Lugo con ella. Primero, fuimos al “Lexis”, sólo durante un par de días.
No me gustó nada. El salón es muy grande, te duelen las piernas de tanto
andar, los hombres sólo van a amasar y la comida es pésima. Además, allí
las chicas tienen la cosa de decir “mi cliente”, un absurdo… Y teníamos
que pagar siete euros cada día, trabajases o no.
Del “Lexis” nos fuimos para el “Erótica”. Allí trabajé rasgado, muy bien.
Gané mil seiscientos euros en una sola semana. Muy bien. Pagas treinta
euros de casa si trabajas, y si no trabajas no pagas nada. Me quedé allí un
mes. Después, me peleé con el dueño y me marché. Pero, trabajé de puta
madre allí.
Del “Erótica” me fui para “La Cima”. No me gustó. Allí sólo quieren
negritas. Sólo estuve dos días. Y me fui para el “Sabrina”. Horrible… Sólo
entraban dos tíos en toda una noche. Luego, me marché para Lalín, a
trabajar en el club “Pardo”. Me quedé una semana. No me gustó, Lalín es
un pueblo y los hombres son muy pesados.
De Lalín me fui para Vigo. Trabajé en un club que se llama “Escorpión”.
Allí sólo trabajaban las rumanas y las dominicanas. Las brasileras estaban
quemadas, porque hacía poco que había muerto una brasilera con
meningitis y los hombres tenían miedo. Murió en medio del salón. Vino la
policía y cerró el club. Eso afectó mucho a las brasileras. Yo mentía a todas
horas. Decía que era uruguaya o portuguesa.
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