TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Regresé a Cali. Ahí empecé a tener como más nervios porque veía todo
más cerca, como que ya iba a llegar la hora. Lo de mirar por internet es un
gallo…, porque hay muchísima gente conectada para ver lo de los papeles.
Cuando salió mi número tuve que viajar de nuevo a Bogotá. Son como diez
horas de carro. Cuando llegué allá eran unas colas enormes, como si fuera
la gente para un concierto. Allí me encontré a una amiga. Me entregaron el
pasaporte con el visado y ya.
Ya mi hermana me dijo que me enviaba el tikete y fui a buscarlo a la
agencia. Fue rápido. Todo fue así a la carrera. Me tocaba viajar el
diecinueve de diciembre de 2005. Entonces, ya empecé a hacer los
preparativos, a hacer las compras, a ir a la empresa para renunciar a mi
trabajo, me despedí de mi gente, de mis amigos, etc.
Mi papá me decía que fuera, que ojalá me fuera bien y que no fuera a
pelear con mi hermana, porque nosotras siempre hemos peleado, y que nos
llevásemos bien, que me estuviera tranquila por el niño. También me
despedí del papá de mi hijo, poniéndole las cosas claras, y le di todas las
recomendaciones, todo muy formal.
Yo con esa angustia de venirme, tan horrible. Fue mi familia a despedirme,
mis primos y todo. Lloré hasta lo que no pude haber llorado nunca. Cuando
llegué a Bogotá llamé por teléfono a casa. Allá esperé cuatro horas y me fui
de compras en el aeropuerto. Ese aeropuerto de Bogotá es inmenso,
grandísimo, grandísimo. Me revisaron la maleta, la abrieron, la olían…
Impresionante. Y nomás.
En el avión un poco tensionada. Cuando llegué a Madrid miraba a toda la
gente, tan diferente. Es mucho cambio. La gente tan diferente. Las viejitas
con el cabello pintado… Allá conocí a otros colombianos y ellos me
indicaron la puerta y me acompañaron un rato porque tuve que esperar unas
cinco horas hasta coger el avión a Santiago.
Llegué a Santiago por la noche. Me fueron a buscar mi hermana, el esposo
y la cuñada de mi hermana, o sea la que me hizo los papeles para venir acá.
Nomás llegué al aeropuerto, ahí mismo se me acercó un policía y me pidió
los papeles, desgraciao. Allá mismo le entregué el pasaporte y ya me dijo
que no había ningún problema.
Cuando se abrió la puerta, mi hermana y yo nos abrazamos, y llora y llora,
tantos años sin vernos… Entonces, me presentaron y nos fuimos a montar
en el coche. Cuando llegamos a casa lo primero que hice fue cambiarme los
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