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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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un año (…) Hasta que me cansé y ya no aguanté más. Lo bueno <strong>de</strong>l motel era que yo<br />

tenía mi contrato, todo legal en el papel. Pero, lo malo eran algunos clientes amigos <strong>de</strong>l<br />

dueño, que iban allí y que se creían que porque tenían dinero podían hacer cualquier<br />

cosa contigo y te trataban como si no fueses una persona. Yo allí era sólo<br />

recepcionista, ya no trabajaba <strong>de</strong> prostituta. Pero, algunos se confundían y como eres<br />

extranjera te tratan igual.”<br />

(Bia)<br />

“Amanda estos días está un poco enfadada, porque en la cafetería don<strong>de</strong> trabaja hay<br />

un tío que la está molestando. Hay hombres que te conocen <strong>de</strong>l club y entonces ya te<br />

tratan como si fueses una puta en todo momento. Y eso no es justo. Ese tío quería que<br />

Amanda le hiciese un masaje y hasta llegó a seguirla al baño. Amanda se puso toda<br />

nerviosa y me dijo que si seguía molestándola iba a llamar a la policía. Lógico.”<br />

(Simone)<br />

“Luego, probé en un restaurante a las afueras <strong>de</strong> Lugo. No me gustó el ambiente, y así<br />

se lo dije a la dueña. El trabajo era lo <strong>de</strong> menos. Aunque, el servicio era largo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

por la mañana hasta la noche, a veces hasta las tres o cuatro <strong>de</strong> la madrugada, a mí el<br />

trabajo no me da miedo. Allí lo peor eran los clientes. Había mucho borracho y<br />

personas que <strong>de</strong>cían tonterías. Había uno que un día empezó a <strong>de</strong>cir cosas <strong>de</strong> mi culo,<br />

<strong>de</strong> mi chocho, y yo, claro, no le puse buena cara. Me fui <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la barra, me crucé <strong>de</strong><br />

brazos y me lo quedé mirando muy seria. El dueño me dijo que no le hiciese caso, que<br />

era un loco. Pero, <strong>de</strong>spués la dueña me empezó a <strong>de</strong>cir que tenía que acercarme a los<br />

clientes, hablar con ellos, contarles chistes, hacer gracias y esas cosas. Y me pidió<br />

también que llevase una ropa más bonita, más provocativa, y me dijo que si tenía<br />

amigas jóvenes y bonitas que las trajese, que eso atraía mucho a los clientes. Yo<br />

entonces le contesté que para eso me iba a un puticlub y que si estaba trabajando allí<br />

era buscando otra cosa. Y ella me dijo que no, que no era eso, pero que a los clientes<br />

había que tratarlos bien, y así. Eso fue lo que no me gustó. A<strong>de</strong>más, la dueña no<br />

mostró en ningún momento interés por ayudarme con mis documentos. Le entregué la<br />

oferta para que la firmase, y ella la colocó por allí en un cajón y se <strong>de</strong>sentendió. No le<br />

vi el mayor interés.”<br />

(Fernanda)<br />

“Mientras estuve trabajando en la cafetería me encontré con varios hombres que ya me<br />

conocían <strong>de</strong> cuando estuve en el club “El Rayo <strong>de</strong> Luna”. Un día uno me dijo: -<br />

Vamos al club. Yo le contesté: - Piensas que voy a negarte que ya he estado trabajando<br />

en el club. Pues, no. Sí que trabajé, trabajé durante meses y qué (…) En la cafetería<br />

algunos me soltaban indirectas. Me <strong>de</strong>cían, por ejemplo: - ¿Qué, cómo está “El Rayo<br />

<strong>de</strong> Luna”? Yo ya veía por dón<strong>de</strong> iban esos comentarios. Y para frenarlos les contestaba<br />

con la verdad y punto.”<br />

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