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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Cuando llegué a Bilbao cogí un taxi para la estación <strong>de</strong> autobuses y viajé<br />

para San Sebastián. La cafetina estaba en San Sebastián y ella <strong>de</strong>cidió que<br />

trabajaría con ella en el piso. Al principio, yo iba a ir a trabajar a un piso <strong>de</strong><br />

una amiga suya en Bilbao, pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>cidió que era mejor que fuese a<br />

San Sebastián.<br />

Yo ya tenía la dirección <strong>de</strong>l piso, y ya tenía todo. Cuando llegué a San<br />

Sebastián llamé <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un teléfono público y ella me vino a buscar. En el<br />

piso estaba ella, una travesti colombiana y también la dueña <strong>de</strong>l piso, que<br />

era colombiana. Pero, la dueña no trabajaba, ya trabajó, pero entonces tenía<br />

un marido y ya no trabajaba.<br />

Los pisos <strong>de</strong> contactos<br />

Alexia me explicó las condiciones <strong>de</strong> trabajo. Me habló <strong>de</strong> los clientes<br />

drogados, que son los que más dinero gastan en el piso, y también me<br />

aconsejó que no <strong>de</strong>bería follar sin condón.<br />

El pase allá era media hora sesenta euros; y una hora cien euros. El trabajo<br />

variaba. Había semanas que ganaba quinientos euros, otras trescientos, etc.<br />

También había muchas salidas, que eran <strong>de</strong> una hora y costaban ciento<br />

veinte euros más el dinero <strong>de</strong>l taxi. El dinero <strong>de</strong>l taxi se lo ahorraban<br />

porque casi siempre eran la dueña <strong>de</strong>l piso con su marido los que nos<br />

llevaban fuera. Excepto una vez que me llevaron a un hotel, el resto<br />

siempre fui a casa <strong>de</strong> los clientes.<br />

Muchos eran hombres casados. Incluso podía ver las fotos <strong>de</strong> la boda en la<br />

casa, y también por las alianzas en los <strong>de</strong>dos. En el piso íbamos al<br />

cincuenta por ciento, la mitad para la casa y la otra mitad para la chica.<br />

Me quedé en el piso en San Sebastián unos veinte días aproximadamente.<br />

Hice buena amistad con la travesti colombiana, aunque yo me doy bien con<br />

todo el mundo. Mientras estuve allí trabajando conocí a otras personas: a<br />

una travesti ecuatoriana, otra travesti brasilera, y una madurita también<br />

brasilera.<br />

Recuerdo que el primer cliente fue un chico muy joven, <strong>de</strong> unos dieciocho<br />

años, y fue muy exquisito. Fue como una cosa extraña, diferente… Pero, no<br />

fue nada <strong>de</strong>sagradable.<br />

Como yo estaba terminando mi plaza en San Sebastián, <strong>de</strong>cidí acompañar a<br />

la travesti brasilera a su casa en Zaragoza. El marido <strong>de</strong> esta amiga nos<br />

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