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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Fue muy correcto. Solamente me lo hizo y ya. Yo no movía ni las manos,<br />

ni las piernas ni nada.<br />

Mi segundo cliente fue un hombre muy gordo. Recuerdo que no hicimos<br />

nada, porque casi no cabíamos en el jacuzzi. A mí no me gustan nada los<br />

gordos. Y yo no había estado nunca con un gordo.<br />

Cuando llegué yo no sabía ni siquiera lo que era un griego. Sabía que, por<br />

ejemplo, un francés era una chupada, pero nomás. Con Antonio apenas<br />

había tenido una conversación sobre esos temas. En el piso <strong>de</strong> “Ladys” sólo<br />

estuve durante dos semanas. No me encontraba todavía bien <strong>de</strong>l vientre. A<br />

mí si me escogían sería por lo flaca, porque yo no era <strong>de</strong> las que hacían<br />

muchos servicios. Allí había una chica que se hacía seis, siete pases. Pero,<br />

yo todos los días eran uno o dos.<br />

Antonio es un proxeneta español. Él pretendía que yo le comprase vestidos,<br />

para el fin <strong>de</strong> año y eso. Quería que me en<strong>de</strong>udase. Y me fui <strong>de</strong>l piso. No<br />

me sentía como muy a gusto allí. Después, estuve buscando un sitio para<br />

trabajar, y una amiga me recomendó un piso. Era un piso que estaba muy<br />

cerca <strong>de</strong> la estación <strong>de</strong> tren. Allí permanecí seis meses.<br />

Clientes <strong>de</strong> la casa<br />

Al frente <strong>de</strong>l piso había una señora española. Llegué, me entrevistó.<br />

Pactamos un horario, que también era <strong>de</strong> diez a diez. Ella fue cogiendo<br />

confianza, yo también. Y el trabajo, la verdad, estaba bueno. Me hacía seis<br />

o siete pases al día. Con los clientes al principio me llevé una mala<br />

impresión. Fue el primer cliente, que quiso hacerlo sin preservativo. Le dio<br />

veinte mil pesetas a la encargada sin tiempo límite. Maite me dijo: - Tú,<br />

tranquila, que es cliente <strong>de</strong> la casa. Entramos en la habitación, lo calenté, lo<br />

lavé, y cuando cogí el preservativo, él me dijo: - ¿Tú qué vas a hacer? Y no<br />

quería ponerse la goma. Y yo le dije que sin goma no lo hacía. Y él me<br />

empujó en la cama e intentó hacerlo a la fuerza. Entonces, salí <strong>de</strong> la<br />

habitación y la llamé a ella. Claro, sentí temor como cualquiera. Yo le dije<br />

a Maite: - Oye, que él quiere hacerlo sin preservativo. Me dijo: - No, no,<br />

no, manéjalo como puedas. Pero, al final ella vino a la habitación, y él se<br />

marchó. Maite le <strong>de</strong>volvió la mitad <strong>de</strong>l dinero y ya. Él le dijo: - Ya<br />

hablaremos nosotros…<br />

Estas situaciones son frecuentes. Los clientes te dicen que son clientes <strong>de</strong> la<br />

casa, y entonces te pi<strong>de</strong>n que les hagas muchas cosas. En eso los hombres<br />

son muy inteligentes, saben manejar a una muy bien.<br />

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