TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

trabajan en pisos como garotos de programa. Me cuentan muchas cosas,
algunas parecen de otro planeta. La mayoría de sus clientes son hombres,
pero también van mujeres viejas.
Yo ya he entrado en la habitación con cuatro hombres. Fue una vez en “El
Paso”. Me había acercado a un chico, y cuando le pedí para subir a la
habitación me dijo que tenía que ser también con sus amigos. Yo
necesitaba de dinero, así que acepté. Cuando subí, las otras chicas me
decían: - Cinthia, estás loca, no nos dejas ninguno para nosotras… Yo
participé también en la broma y el cachondeo que se traían. Me pagaron
cuarenta euros cada uno por media hora. Primero les lavé el pinto a cada
uno, haciéndolo despacio para que corriese el tiempo. Después, preparé la
cama, me quité la ropa, todo muy despacio. Al final, ellos estaban todos de
cachondeo. Se decían unos a otros: - No mires mi polla, y cosas así, que si
estás gordo, que si no sé qué. El tiempo pasaba y al final ninguno folló.
Otras veces he pasado con dos clientes a la vez. Está bien porque así
puedes ganar más dinero. Pero, también tienes que estar más alerta. Tienes
que tener cuidado porque alguno puede intentar quitarse el condón. A mí ya
me ha pasado.
Una cosa que piden mucho es que te los folles. Tienes que utilizar un
consolador, y a veces el dedo. Yo uso uno que me dio una amiga que se
marchó para Brasil. Una vez un cliente me pidió que le metiese un dedo,
luego varios dedos y después me dijo que no le servía, entonces cogí el
palo de una escoba y se lo metí por el culo. Le gustó tanto que volvió más
veces.
Otra vez le metí un tacón de mi zapato. Me parece una cosa fea, y te piden
estas cosas en los clubes y también en los pisos. Otro día uno me pidió
vestirse con mis bragas. Le dije que de acuerdo, pero que antes tenía que
comprarlas. Se las vendí por diez euros. Vino varias veces. Esto fue en “El
Paso” y me acuerdo que ese tío casi termina con todas mis bragas. Le
gustaba vestirse con ellas y luego me pedía que le golpease en las nalgas.
Y los hay más raros todavía. Algunos quieren la lluvia dorada y tienes que
orinar sobre su boca. Pero, lo más extraño fue uno allá en Burgos. Llegó al
club todo borracho. Ninguna chica quería acercársele. Pero, yo fui. - Hola,
¿qué tal? - ¿Por qué estas putas no vienen a hablar conmigo? ¿es porque
estoy borracho? - No, tranquilo, no es por eso, es porque ellas están
ocupadas. - ¿Cuánto cobras? - Cien euros por una hora, cariño. Entonces,
me dijo que no quería follar, que quería una cosa especial y que me pagaría
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