TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

invitó a cenar. Como en el club te compraban todo lo que necesitabas, el
dueño del club no me dejó ir a cenar.
Yo comencé a trabajar. Y no me daban nada. Ni un peso. Tenía que pedirle
monedas a los clientes para llamar a Colombia a mi familia. Hasta que un
día le pedí al dueño del club que me dejara algo de dinero. Y él me contestó
que no, que hasta que llevara la mitad de la deuda pagada no me daría
dinero. Me dijo que moviera el culo.
Era Sebastián quien me dejaba un poco de dinero, y así yo podía mandar a
casa. Duré como dos meses. El señor del club nos tenía muy amenazadas.
Tenía amigos gitanos que eran los que buscaban a las chicas que se
volaban. Nos decía: - Hija de puta, si se llegan a volar aparecen muertas en
la playa sin cabeza. Y una cuando llega es tan novata que teníamos miedo.
La fuga
Éramos como cinco chicas las que estuvimos planeando la fuga. Pero, sólo
nos atrevimos a volar tres. Nos íbamos para el río, porque nos dejaban ir
nomás hasta el río, y allí planeábamos la fuga. Decíamos que nos teníamos
que volar, que allí nos estaban explotando. Dijimos que a la que cogieran
no podía hablar. Todos los días planeábamos la fuga, nos poníamos en
combo y así. Hasta que un día vino el señor y nos llevó al cuarto especial,
que estaba lleno de cámaras. Allí veíamos todo, nos veíamos a nosotras en
combo y a los hombres que entraban allí. Ese señor es tan jodido…
Después de que nos llamara la atención, nos tenían castigadas en la comida
poniéndonos de últimas. Pero, nosotras le robábamos fruta y yogures, y lo
escondíamos en la habitación. Entonces, un día, el patrón llegó en
bermudas y me dijo delante de todas: - Karen, ven, que tengo que hablar
contigo. Comencé a subir las gradas. Llegó a mi cuarto, abrió la puerta y se
quitó la camisa. Me quería comer allí. Cogí miedo y me bajé por las
escaleras deprisa. Luego pensaba que estaría ofendido y que se iba a armar
una buena. Yo era toda asustada y me quedé en el salón. Después, él me
mandó a llamar a la cocina a través del camarero. Cuando me fui para la
cocina él me estaba esperando sentado. Me dijo: - Karen, ¿por qué me
dejaste esperando allá arriba? Yo le dije que no había venido al club para
estar con él, sino para trabajar. Pero, él me decía que yo le gustaba mucho y
me acariciaba el pelo…
Yo iba apuntando todos los pases que hacía. Pero, no nos daban nada de
dinero. Entonces, un día llegó una colombiana que traía botellas y le
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