TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

yo no le dije nada porque sabía que iba a acabar trabajando. La dueña del
piso le decía: pero una cosa es que ella allá en Colombia sea liberal y otra
muy distinta que quiera dedicarse a esto cobrando. Así, la chica que me
trajo me veía a mí como a una persona predispuesta a trabajar en esto.
La chica a la que vine a reemplazar me decía: usted al final acabará
haciendo como todas, porque aquí no hay otro trabajo. Yo le decía que no,
que iba a buscar otra cosa. La dueña del piso me dijo: yo no voy a obligarte
a hacer lo que no quieres, pero tampoco puedo tenerte aquí ocupando un
espacio, así que trata de buscarte un trabajo, aquí puedes quedarte una
semana mientras encuentras alguna cosa. Me puse a buscar trabajo. Salía
todos los días. Yo no sabía como funcionaba esto, creía que era como en
Colombia, que uno llegaba a las empresas y con la experiencia que tenía
pues ya le cogían. Fui a Cadena Cien y a más sitios, y en algunos se reían
de mí. Entraba y decía: vengo a buscar trabajo. Y me contestaban: ¿quiere
trabajar aquí? Ja, ja. Llamaba a las ofertas de empleo y me preguntaban:
¿usted es extranjera? ¿cuánto lleva aquí? ¿tiene permiso de residencia? Yo
les decía que no, y no me cogían. Me dijeron que tenía que ir a la policía
para sacar el permiso de residencia. Estuve en la policía. Pero nada.
Un día quedé con una señora para hacer una entrevista, era para cuidar a
unos niños. Cuando llegué, me recibió muy bien, pero enseguida me
preguntó que si tenía papeles, yo le dije que no, y entonces me bombardeó
a preguntarme cosas durante unos cuarenta y cinco minutos; al final me
dijo: ustedes las colombianas lo que vienen a hacer acá es a quedarse con
nuestros maridos. Yo no dije nada, pero en la expresión de mi cara creo que
se me notaba todo. Otro día me llamó la atención un anuncio que ponía se
solicita dependienta. Yo pensé que sería fácil y entré en la tienda. Había
una señorita que me preguntó que si tenía papeles, yo le dije que no, que
hacía tan sólo unos días que había llegado a España. Entonces me contestó
muy irónicamente que tenía que buscar otro tipo de trabajos como para
limpiar, de interna o para cuidar niños. Yo le dije: es que yo no quiero ese
trabajo, y ella me contestó que sin papeles no podría conseguir otra cosa.
Tenía razón. Pasaban los días y no encontraba trabajo. Yo le daba a la chica
que me trajo mil pesetas diarias para la comida y para poder estar en el
piso. Un día la dueña me dijo: tienes que aportar dinero para los gastos o
no podrás quedarte más aquí. Yo le dije: pero si le estoy dando a Marina
todos los días mil pesetas. La dueña dijo: será mentirosa, esta Marina, me
ha dicho que no le dabas nada. Además para los gastos sólo son quinientas.
La chica me pedía el doble y se quedaba con la mitad del dinero. Dijo:
Marina, ven acá, ¿por qué me has mentido? La dueña se enfadó mucho con
la chica. Después de aquello me fui a un hostal. La semana que me habían
dado ya había pasado. El señor del hostal fue muy bueno conmigo. Estuve
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