TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Cuando llegamos al camping le dije que me tenía que dar mil euros para
abortar y que me iba a quedar allí hasta que me diese el dinero. Fabiano me
dijo que no, que no me quedase allí, que sería malo también para mí porque
entonces iba a encontrarme con la otra chica.
En medio de aquella discusión hablé por teléfono con la chica. Y descubrí
que era drogadicta, sí, de la coca, muy amiga de los hombres y de la coca.
Esa misma tarde me marché para Lugo. Llegué al piso loca de los nervios.
Luego, él me llamó por teléfono varias veces, que quería volver conmigo.
Más tarde, fui yo la que lo llamé a él, llorando y pidiéndole el dinero. Le
dije que sólo quinientos euros. En una semana me dio los quinientos euros.
Su madre también me llamó, me dijo que no abortase, pero no me dijo que
me iba a ayudar.
Fui a hablar con la asistenta social. La opción que me daba era la de un piso
de acogida. Fui a ver al viejito a su casa. Le dije que estaba embarazada.
No le dije que era de un chico, sino que era de un cliente y que se había
roto la goma. El viejito me dejó las guías de teléfonos y así encontré la
dirección de una clínica de Madrid, porque la clínica de Coruña ya no hacía
un aborto con un embarazo tan avanzado, sólo de hasta dos o tres meses.
Y me fui a Madrid. Fui con una amiga y su novio, en su coche. Llegamos a
la clínica y ya me ingresaron. Luego, me desperté como a las tres de la
tarde. Sentía rabia. Sólo pensaba en lo que me había dicho aquella mujer,
que estaba con él por un capricho. Estuve en la clínica un día nada más.
Después vinieron a buscarme mi amiga y su novio. Yo tenía muchos
dolores y lloraba, mi amiga también lloraba. Pero, lo hecho ya estaba
hecho.
Nos vinimos para Ribadeo. Fabiano me llamó por teléfono. Le dije que
quería verlo por última vez. Cuando nos encontramos le di la última foto de
la eco que me hicieron del niño, y le dije: - toma, ahí está tu hijo, que todo
ha sido por culpa de esa drogada.
Y volví a trabajar en el club de Ribadeo. A veces me quedaba llorando en
el salón y nadie me veía. Fabiano seguía trabajando de camarero y ella
también trabajaba allí. A mí todo aquello me dolía mucho. No quería estar
más tiempo martirizándome, y así decidí marcharme para Lugo, a trabajar
en el piso de Marta.
Después, fui a Ferrol a hacer una plaza. Allí, un día de saudade lo llamé por
teléfono y estuvimos hablando un rato. Otro día me llamó él, que estaba
238