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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Tuve suerte porque la policía nunca me <strong>de</strong>tuvo, aunque yo también llevaba<br />

ropa muy discreta. Mi punto era una parada <strong>de</strong> autobús. Los buses pasaban<br />

y yo me quedaba allí sentada. Algunos daban vueltas y luego me<br />

preguntaban: - ¿Trabajas aquí? ¿cuánto cuesta el programa? - Cincuenta<br />

reales. Los programas los hacíamos en el trave, que es un reservado para los<br />

coches, y entonces se trança <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l coche. También íbamos al hotel. Si<br />

íbamos al hotel pagaban más, unos ochenta reales, porque era más tiempo.<br />

Empezaba a trabajar a las once <strong>de</strong> la mañana y estaba hasta la una <strong>de</strong> la<br />

madrugada. Si el día había sido bueno me marchaba antes, y si no me<br />

quedaba hasta la una. Aprovechaba para comer en el hotel cuando iba con<br />

los clientes. Allí no había ningún restaurante cerca.<br />

En esa calle trabajé como ocho meses. Tenía muchos clientes. Una vez subí<br />

al coche con un cliente y cuando íbamos para el reservado me colocó un<br />

revólver en la cabeza y me dijo que le diese todo el dinero que llevaba<br />

encima. Le <strong>de</strong>jé el bolso y empecé a llorar. Estaba no meio do mato… Mi<br />

amiga la travesti me estaba buscando, porque ella sabía que yo había<br />

subido al coche, pero también que estaba tardando mucho. Le conté todo.<br />

Me dijo que había tenido mucha suerte porque la mayoría <strong>de</strong> los que hacían<br />

eso te violaban y luego te asesinaban y te tiraban en medio <strong>de</strong>l monte.<br />

Des<strong>de</strong> ese día empecé a tomar precauciones. Le compré un spray a la<br />

travesti y también llevaba una gillette. La cortaba por la mitad y me la<br />

colocaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la lengua. Cuando el cliente era un poco sospechoso,<br />

giraba la cabeza y me colocaba la cuchilla. Gracias a Dios, nunca tuve que<br />

utilizarla... El spray sí que lo usé una vez. Llegó un cliente y cuando me<br />

asomé a la ventanilla <strong>de</strong>l coche, él me agarró <strong>de</strong> la mano. Entonces, le eché<br />

el spray en la cara y salí corriendo.<br />

Mientras trabajé allí en la calle me ocurrieron muchas cosas, algunas<br />

buenas y otras malas. Otra vez, un cliente me llevó al hotel y allí me di<br />

cuenta <strong>de</strong> que estaba armado. Yo no hacía el griego y él me obligó… Me<br />

apuntó con el revólver. Yo no esperaba esa reacción <strong>de</strong> él. Me obligó a<br />

hacer cosas que nunca hice: el griego y el oral sin preservativo. Y me dijo<br />

que no me mataba porque yo estaba embarazada. Yo le había dicho que<br />

estaba embarazada, que por favor, no me matase, e hinchaba la barriga…<br />

Estoy segura <strong>de</strong> que fue eso lo que me salvó. Si no me hubiese creído, me<br />

habría matado.<br />

Cuando se lo conté a mi amiga, ella me dijo que había sido el “Cavera<br />

Assassino” y que ya había matado a varias chicas y a varias travestis. Eso fue<br />

lo peor que me sucedió mientras trabajaba en la calle.<br />

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