TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Un día me encontré con una amiga brasilera que estaba desesperada. Se
llamaba Creuze. Pagaba un montón de dinero a un hombre peligroso que la
vigilaba y no le dejaba salir del apartamento donde trabajaba. Una vez fui a
su edificio, y pude ver cámaras y micrófonos por todas partes. Aquello
parecía una prisión.
Creuze y yo comenzamos a trabajar juntas en la calle. Yo trabajaba muy
bien en mi punto y me desplacé a otra zona para estar con ella. Intenté
ayudarla. Le daba ánimos. Un día que estaba trabajando reconocí a Markus,
mi primer cliente. Él era un buen amigo. Hablamos. Quería quedarse con
mi amiga y fuimos los tres a su casa. Hicimos fotos y nos regaló unos
perfumes. Después me fui para el coche para que pudiesen quedarse solos
durante media hora.
También seguía yendo a casa de Francesco una o dos veces por semana.
Mientras, Creuze empezó a quedar con Markus. Le advertí que era bueno
como cliente, pero que tuviese cuidado, que no debía envolverse con él.
Luego, Markus pagó la deuda de mi amiga para que pudiese salir de aquel
lugar. Pero, se enrrollaron.
Hasta que un día fui a un bar donde yo era muy conocida, y allí observé a
un chico que me reconoció. Era el sobrino de la dueña del bar. Y me pagó
doscientos francos para estar conmigo. No me importó demasiado. Era
joven, guapo y también un chico muy cariñoso. Fuimos a mi apartamento.
Charlamos un buen rato. Le conté todo lo que me había pasado con Pietro.
Y él me dio su número de teléfono. Me llamó enseguida, porque quería
estar más tiempo conmigo. Como yo había disfrutado con él, quedamos en
la puerta de una conocida discoteca. Y aquella noche volvimos a mi
apartamento y dormimos juntos. Como me gustaba, no le cobré nada.
Estuvimos juntos hasta las diez de la mañana del día siguiente. Y me dijo
que le había gustado mucho quedarse a dormir conmigo. Que no era normal
que se encontrase a gusto, que él nunca se quedaba a dormir con las chicas.
A mediodía me llamó otra vez. Hablé con él en italiano, aunque Júnior era
brasilero. Si hablaba en portugués mi familia pensaría que iba para la
Langestrasse, porque los brasileros tienen mala fama, que sólo se
envuelven con drogas y prostitución. Mi hermana me preguntó que dónde
había dormido aquella noche. Le contesté que con Francesco. Ella no sabía
que yo tenía el apartamento. Además, mi apartamento estaba en la
Langestrasse… Le conté a mi hermana que había decidido ir a vivir con
Francesco. Así lo aceptaba mejor. Luego avisé rápidamente a Francesco
por si le llamaban. Él estuvo de acuerdo.
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