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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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fuese una película: cuando llegué a Suiza la primera vez, mi relación con Pietro, la<br />

felicidad, el rechazo <strong>de</strong> sus padres, el trabajo en la prostitución, y luego todos los<br />

problemas y el sufrimiento <strong>de</strong> nuevo. Pensaba en qué sería <strong>de</strong> mí. No sabía qué hacer.<br />

Prefería morir que regresar a Brasil.<br />

Pasamos allí la noche. A las cinco <strong>de</strong> la mañana me trajeron un café. No lo quise.<br />

Estaba muy <strong>de</strong>primida. Les volví a pedir para llamar a mi familia, a mi novio y a un<br />

abogado. A las once y media me trajeron la comida. No quise nada. Les dije que lo que<br />

quería era llamar por teléfono. Así pasé todo el día. Tampoco quise la cena. A la<br />

mañana siguiente vino a verme una mujer, tal vez era una asistente social. Ella<br />

hablaba bien el portugués y traducía para los policías. Les expliqué <strong>de</strong> nuevo que<br />

quería llamar a mi familia, a mi novio y a un abogado. Ella me dijo que si yo contaba<br />

la verdad no necesitaba ningún abogado. Entonces, me preguntaron que cómo había<br />

llegado a Suiza, que quién me había pagado el billete. Les dije que fue mi novio. Y los<br />

muy imbéciles no se creían nada. Les dije que mi familia en ese momento estarían<br />

<strong>de</strong>sesperados. Entonces, un policía cogió el número <strong>de</strong> Francesco y lo llamó, sin que yo<br />

pudiese escuchar nada <strong>de</strong> la conversación. Francesco era la única persona que podía<br />

ayudarme. La policía le preguntó si era verdad que él era la persona que me pagaba<br />

todo. Él contestó que no, que sí que me daba dinero y me ayudaba, pero que no me<br />

pagaba todo. Entonces, el policía colgó el teléfono y ya no habló más. Y Francesco se<br />

quedó sin saber dón<strong>de</strong> me encontraba.<br />

Después, cogieron mis dos teléfonos móviles y comprobaron por si eran robados.<br />

Apenas tenían pruebas <strong>de</strong> que yo estaba trabajando en la prostitución. Y me llevaron<br />

otra vez para el calabozo. Entonces, les dije que si no podían llamar a mi familia, pues<br />

que me enviasen lo más rápido posible para Brasil, que yo no era ninguna <strong>de</strong>lincuente<br />

y ellos no podían mantenerme en esa situación. Para cualquier sitio que me llevaban<br />

iba esposada. Un policía me contestó que no me preocupase, que iban a buscar muy<br />

pronto un avión para llevarme a Brasil, que ellos tampoco querían tenerme allí, que<br />

para ellos era muy caro darme <strong>de</strong> comer.<br />

Me tuvieron allí encerrada durante cuatro días. Al tercer día por la noche me<br />

trajeron un billete <strong>de</strong> avión para que firmase. Aquel policía ignorante me dijo: - Ahora<br />

tú vas a pasar dos años <strong>de</strong> vacaciones en Brasil. Aquel edificio era muy gran<strong>de</strong>, y pu<strong>de</strong><br />

ver allí en una fila a un montón <strong>de</strong> mujeres, muchas también brasileras.<br />

Al cuarto día nos llevaron a mí y a Creuze para el apartamento para que<br />

recogiésemos nuestras pertenencias. No nos <strong>de</strong>jaban hablar entre nosotras. Me <strong>de</strong>cían:<br />

- Chica, no hables con ella, que no enten<strong>de</strong>mos portugués. Pasé tres días sin comer. En<br />

mi cabeza sólo tenía la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que cuando llegase a Italia para hacer la escala me<br />

escaparía.<br />

Me llevaron esposada al aeropuerto. Yo no podía creérmelo. Dios mío, qué<br />

vergüenza… A Creuze no volví a verla nunca más. Los policías me dieron 81 dólares<br />

y me pidieron que comprobase si estaban todas mis cosas. Y me <strong>de</strong>jaron allí <strong>de</strong>ntro. Ya<br />

no me acompañaron más. Cuando llegamos a la sala <strong>de</strong> embarque se marcharon.<br />

Entonces, conecté mi móvil. ¡Tenía unas cincuenta llamadas! Hablé con mi hermana<br />

llorando. Me dijo que estaban todos <strong>de</strong>sesperados, que pensaron incluso que estaba<br />

muerta. Francesco también estaba buscándome. Todos empezaron a llamarme por el<br />

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