TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

casi llorando. Y yo nuevamente me lo creí todo. Pensé que todo había sido
una casualidad. Pero, pasaron dos meses y Alberto desapareció otra vez.
Fue aquella época en la que sucedieron todos los problemas en el club de
Ramiro, cuando vino Paula y Ramiro echó a la calle a Patricia, con todo
aquel alboroto.
Un día Alberto me volvió a llamar por teléfono. Me preguntó si quería ir a
un sitio a bailar. Yo le dije que sí y fui con él. Después, volvimos juntos y
se quedó a dormir conmigo en el piso. Esa vez fue la única en la que
Alberto ya no me pagó. Al día siguiente se marchó.
Ese fin de semana fui a visitar a Desio al hospital. Pregunté en información
para ir a la habitación. Yo iba con Patricia y cuando estábamos buscando a
Desio, nos encontramos con Alberto. Al verme se quedó todo blanco.
Estaba visitando a un familiar y en compañía de su mujer. Alberto pensó
que yo había ido allí para seguirlo. No era cierto, pero yo quería una
explicación, sino iba a haber un escándalo allí en el hospital. Alberto estaba
con su mujer y su hija. Le dije: - Hola Alberto. Él contestó todo serio: -
Hola. Y se marchó. Entonces, me acerqué a su mujer:
- Perdone, ¿es usted familiar de ese chico?
- Sí, soy su mujer.
- Pues, usted no me conoce, pero yo soy su amante.
Ella se asustó mucho. Patricia se quedó mirando toda la escena con los ojos
como platos. La mujer era muy fina. Sólo me preguntó dónde vivía y me
pidió mi teléfono para hablar conmigo y esclarecer las cosas.
Al día siguiente, Alberto me llamó:
- ¿Qué pasa tía? ¿tú estás loca o qué?
- Loca, loca…, tú vas a ver lo que es una loca brasilera, cabrón de
mierda.
Después se calmó y me pidió que por favor no le contase nada a su mujer.
Me dijo que yo le estaba perjudicando mucho, que su mujer lo iba a echar
de casa. Yo le dije que él se lo había buscado, que me había engañado,
incluso había hablado con mi madre por teléfono. También le dije que no
se preocupase, que no le iba a molestar más, pero que sólo lo hacía porque
su mujer era buena persona y también por su hija, que no tenía ninguna
culpa de lo que estaba pasando. Y le pedí trescientos euros por la última
noche que había pasado conmigo. Me los dio enseguida. Y me preguntó
que cuánto más quería para que no contase nada. Le dije que no quería
361