TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Una noche comencé a llorar en el salón. Le conté todo a mi novio. El
encargado me vio y me hizo con la mano las señas de que me iban a cortar
el cuello. Entonces, mi novio me cogió por el brazo y me llevó hasta la
oficina para hablar con el dueño. Le dijo que me marchaba, que me iba con
él en aquel momento, y que no intentase nada porque sino se las vería con
él. El dueño quería que mi novio pagase lo que yo debía. Pero, él dijo que
no. Subí con miedo las escaleras. No sabía lo que iba a pasar. Pero, mi
novio no pagó nada y me sacó de allí. Nos fuimos para un hotel.
Estuvimos viviendo juntos en aquel hotel durante cuatro meses. Él era
super legal conmigo, pero yo ya no soportaba aquel ambiente de tanta
droga. Traía a sus amigos, a su hermano, y se quedaban la noche entera en
la habitación del hotel usando droga: coca, marihuana… No me adaptaba a
aquella situación. Todo el santo día era lo mismo, aquella bagunça.
Le pedí varias veces que lo dejase, pero siempre me decía que no podía,
que era una forma de ganar mucho dinero. Yo, como no aguantaba más, le
pedí trescientos euros. Le dije que eran para mandar a Brasil. Entonces,
llamé a una amiga mía y le pregunté dónde estaba. Me dijo que estaba en
Burgos. Me dio la dirección del club. Yo, entonces, esperé a que él se
saliese del hotel y así fue como llamé un taxi y aproveché para marcharme
de aquel sitio.
Durante el viaje, mi teléfono no dejó de sonar. Era él. Le dije que no
aguantaba más y que me marchaba. Me dijo que estaba loca. Quería saber a
dónde iba, pero no le dije nada de ninguna manera. Entonces, él le pagó
cien euros a una amiga mía en Pamplona para que me llamase por teléfono.
Ella me preguntó dónde estaba y yo le respondí que en Burgos.
Me quedé en Burgos tres meses. Eran todas macumberas en aquel club. Los
dueños eran brasileros, y lo primero que te dicen al entrar allí es que tienes
que hacer una limpieza en el cuerpo. A todas las meninas que llegaban les
hacían lo mismo.
Tenían allí un veado macumbero que el primer día que llegué me pidió que me
quitase toda la ropa y me colocase una toalla blanca alrededor de la cintura.
Entonces, me llevó al río que había cerca del club y me quitó la toalla,
colocándome de espaldas al río, y con un huevo de galinha me tocaba todo
el cuerpo y hacía cruces. Me decía que me estaba despojando de todo el
mal que llevaba conmigo y que de esa forma también iba a ganar mucho
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