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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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dinero. También me pasaba pipoca por toda mi piel. Todo eso duró unos<br />

veinte minutos y recuerdo que hacía un frío do caralho.<br />

Después, regresamos al club. Me pidió que me pusiese una ropa <strong>de</strong> color<br />

rojo y que así iba a trabajar <strong>de</strong> puta madre. Aquella noche no hice ni un<br />

puto pase. Al día siguiente aquel veado me preguntó: - ¿Qué tal el trabajo,<br />

Cinthia? - Mal, ni un puto pase, y <strong>de</strong>biendo cuarenta euros <strong>de</strong> casa. -<br />

Tranquila, vamos a hacer otra cosa, ya verás. Entonces, le contesté que ya<br />

no quería más ceremonias <strong>de</strong> esas, que no me interesaba. Él sólo quería mi<br />

dinero, cobraba treinta euros por consulta. Le dije que no necesitaba<br />

macumba ninguna, que mi macumba era abrir las piernas.<br />

Allí el putero era como un auténtico centro <strong>de</strong> macumba. Cuando se marchó<br />

el veado, la dueña contrató a otro macumbero, a un cubano. En el fondo <strong>de</strong>l<br />

edificio había un cuarto pequeño, que era don<strong>de</strong> el macumbero hacía los<br />

trabajos. Sólo entré allí una vez, una noche que vino la policía y no había<br />

otro sitio para escon<strong>de</strong>rse. Cuando entré en ese cuarto sentía más miedo<br />

que <strong>de</strong> la policía. Me encontraba sola en aquel cuarto, todo estaba oscuro y<br />

sólo se veían velas encendidas. Había galinhas y pombas sin cabeza, restos <strong>de</strong><br />

un cabrito y también un recipiente lleno <strong>de</strong> sangre. Me quedé allí como una<br />

hora. No sabía muy bien qué hacer. Al final, volví al salón. Me preguntaron<br />

que dón<strong>de</strong> había estado, y yo les dije que me había subido a un árbol.<br />

Después, cuando vino el cubano le dijo a la dueña que su señor le había<br />

informado <strong>de</strong> que una <strong>de</strong> las putas había entrado en su cuarto. La dueña nos<br />

preguntó quién había sido. Luego, al pasar un rato, confesé que había sido<br />

yo. El cubano entonces me dijo: - tranquila, no pasa nada.<br />

La macumba sólo servía para darle dinero a los dueños a través <strong>de</strong> las copas<br />

que tomaban los clientes. Todos los días estaba lleno. Nunca vi un putero<br />

tan lleno <strong>de</strong> hombres. Pero, las chicas sólo hacían dos o tres pases. Todas<br />

las noches había también “streaptease”. Yo allí no hice, sólo en Pamplona,<br />

porque allí el dueño me obligaba para pagar la casa.<br />

Todas las chicas consultaban con el macumbero. Yo no quería pagar por eso.<br />

Las chicas me pedían que fuese, y un día fui. El macumbero primero me<br />

or<strong>de</strong>nó que esperase en la puerta, y luego me dijo que podía pasar. Al<br />

entrar me dijo: - ¿Por qué a mi Señor no le gusta esta chica? Yo le dije que<br />

sólo estaba allí porque me lo habían pedido mis compañeras. Entonces, él<br />

comenzó a jugar con las conchinhas y me dijo sólo un montón <strong>de</strong> mentiras:<br />

que cuando era adolescente había sido violada, que tenía una hija, que iba a<br />

conocer a un hombre muy importante, pero que para conquistarlo <strong>de</strong>bería<br />

usar mucho oro… Le dije que lo único cierto era que tenía una hija, pero<br />

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