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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Pregunté en el club “Danae”. La encargada me dijo: - Entra, te doy una<br />

habitación. Me arreglé y bajé a trabajar. Y me fue <strong>de</strong> puta madre. Era un<br />

sube y baja continuo, cuatro mil o cinco mil pesetas por pase. Pero, siempre<br />

siete u ocho pases cada día. Las condiciones eran buenas. Tenía que pagar<br />

cinco mil pesetas por día y luego, todo lo que ganaba era para mí. La<br />

comida era muy buena. Fue en ese club que yo empecé a engordar. Ahora<br />

sí, las chicas eran allí muy jodidas. Africanas y dominicanas. Me hice muy<br />

amiga <strong>de</strong> una portuguesa, que me <strong>de</strong>fendía. Allí conocí también a un suizo<br />

que me dio un millón <strong>de</strong> pesetas entre pases y salidas. Se enamoró <strong>de</strong> mí y<br />

me venía a buscar. Estaba medio chiflado. No es posible una persona que<br />

gaste tanto dinero. Era gallego, pero vivía en Suiza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía muchos<br />

años. Pero, yo no quería nada serio con él.<br />

En el “Danae” estuve trabajando durante nueve meses. A los tres meses <strong>de</strong><br />

estar allí, llegó una noche la policía al club. Me llevaron y me tuvieron<br />

veinticuatro horas <strong>de</strong>tenida. Me trataron muy mal. A pan y agua… Yo<br />

también los atormenté… Fue así como me gané mi carta <strong>de</strong> expulsión.<br />

Después <strong>de</strong> ese inci<strong>de</strong>nte, me moví. Le pagué trescientas mil pesetas al<br />

camarero <strong>de</strong>l club para que me arreglase mis papeles. Fui yo quien le<br />

ofreció esa cantidad <strong>de</strong> dinero. Dije, le voy a dar una cantidad <strong>de</strong> dinero<br />

para que no me diga que no. Él no me había pedido nada. Luego, hicimos<br />

todos los trámites por Comisiones Obreras. Me lo <strong>de</strong>negaron cinco veces.<br />

Pero, yo seguí metiendo y metiendo, hasta que lo conseguí por cojones.<br />

En el club trabajé muy bien. Hasta que me aburrí. Mi amiga fue quien me<br />

dijo que podía alquilar un piso y colocar un anuncio en el periódico. Así<br />

empecé a trabajar en mi piso. Y me fue <strong>de</strong> puta madre. La gente que va a<br />

los pisos es mejor que la <strong>de</strong> los clubes. Es gente más seria y no va borracha.<br />

En el piso trabajaba yo sola. Un día el dueño <strong>de</strong>l “Danae” se enteró y me<br />

echó la bronca. Me dijo que yo me estaba llevando los clientes para el piso.<br />

Claro, el piso estaba muy cerca <strong>de</strong>l club, allí mismo en el barrio. Fue lo que<br />

encontré. Le contesté: - Es tu problema.<br />

Estaba contenta. Ganaba un mínimo <strong>de</strong> quince mil a veinte mil pesetas<br />

diarias. Tuve veces, sobre todo al principio, que ganaba hasta cincuenta mil<br />

pesetas. Es por la novedad, como pasa en los clubes. Durante un año<br />

trabajé así. Fue la temporada más tranquila que tuve <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que estoy en<br />

España. Me acostaba temprano y hasta <strong>de</strong>scansaba los fines <strong>de</strong> semana.<br />

Cuando el trabajo se volvió un poco flaco me fui a probar en otro club. En<br />

el “Atenea” me fue muy bien. Conocí a una persona. Me enamoré. Y <strong>de</strong>jé<br />

<strong>de</strong> trabajar. Me enamoré tanto, tanto,… Y él también <strong>de</strong> mí, aparentemente.<br />

Aunque, más tar<strong>de</strong> me di cuenta <strong>de</strong> que era un hijo <strong>de</strong> puta. Y era muy<br />

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