TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

española, un chico colombiano, un chico español y un chico portugués. Me
quedé unos veinte días. El trabajo estaba flojo, como está últimamente.
Cuando llevaba una semana en Vigo, telefoneé a la cafetina para decirle
donde estaba y que le iba a pagar, pero le dije que lo hacía con la condición
de que no me gritase y que me tratase civilizadamente, porque sino le iba a
colgar el teléfono. Ella entonces se tranquilizó. Me dio su número de
cuenta y yo le enviaba el dinero.
Un día a las cuatro de la madrugada me llamó mi novio. Me contó que le
habían robado y yo entonces fui para Coruña, porque él estaba mal. Me
quedé con él durante cuatro días. Después, cuando cogí un taxi y llegué a la
rodoviária para regresar a Vigo, allí mismo en la estación, me paró la policía.
Me pidieron los papeles. Me preguntaron que cuánto tiempo llevaba aquí.
Le contesté que un mes. Yo me aprovecho de que en mi pasaporte no hay
ningún sello de entrada. Me preguntaron que dónde paraba. Mis ojos se
llenaron de lágrimas, y el policía me miraba fijamente. Me preguntaron que
a dónde me dirigía. Les dije que iba para Vigo a visitar a una amiga. Al
final me dejaron marchar. Como tenía tanto miedo, volví al piso de mi
novio y me quedé otros tres días.
Después regresé a Vigo. Fui a otro piso a trabajar. Era de una travesti
ecuatoriana y sólo tenía una travesti española. Luego llegó un chico
colombiano, aunque se fue pronto porque no estaba trabajando. Yo
trabajaba bien allí, y la dueña me hizo una propuesta: que fuésemos al
cincuenta por ciento y que compartiésemos los gastos. Acepté y me quedé
allí durante unas semanas.
Cuando todo iba marchando bien, me llamó un día la cafetina. Me preguntó
si había hablado recientemente con mi familia en Brasil. Le dije que no, y
ella me dijo que llamase porque había ocurrido algo grave. Bajé
rápidamente a llamar desde una cabina. Fue mi hermano quien me
comunicó que nuestra madre había muerto. Fue un ataque cardíaco
fulminante. Lloré mucho en ese momento. A partir de aquel día comencé a
beber. Bebía un montón, todos los días, cerveza, cubata, bacardi,… Ya no
tenía ganas de trabajar. Tenía que beber porque sino no era capaz de entrar
en la habitación. Todos los días borracha…
Murat me dijo que así no iba a arreglar nada, que sólo me iba a convertir en
una alcohólica. Una noche bebí tanto, que me puse tan mal que vomité
todo. Al día siguiente dejé de beber. Lo acepté.
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