TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

En marzo de 2000 Everton decidió marcharse para Portugal. Me dijo que si
todo salía bien yo podría ir más tarde en noviembre. Me llamaba todos los
días. Y me enviaba trescientos euros todos los meses. Cuando llegó
noviembre le dije que yo no me iba para Portugal. No quería seguir más
tiempo con él. Le dije que ya estaba muy lejos, que me olvidase.
Desde ese momento dejó de enviarme dinero. Ya me peleé con su familia.
Me conseguí un novio. Durante ocho meses sobreviví con el dinero que
todavía tenía guardado en el banco. Dejé de cuidar de mis hijos y sólo
pensaba en salir de fiesta. Todos los días… Salía de lunes a lunes. Mi tío le
dijo a mi abuela que un día yo iba a llegar y me iba a encontrar todas mis
cosas en la puerta. Yo no quería saber de nada. Sólo fiesta, fiesta y fiesta.
Un novio cada noche… Así pasé siete meses. Hasta que en abril de 2001 se
acabó todo el dinero. Y cuando se termina el dinero se acaban también los
amigos. No tenía ni para comer.
Una boate en Brasilia
En esa época me enteré de que una amiga mía estaba ganando mucho
dinero trabajando en la prostitución. Entonces, fui a su casa para
preguntarle si ella podría ayudarme, si podría ir yo a trabajar con ella. Pero,
me contestó que no era posible, y que ella sólo estaba trabajando en una
casa de familia.
Pero, otra amiga mía más tarde logró convencerla. Y una noche vinieron
las dos para hablar conmigo, y ahí ya fue que me contaron todo como era.
El trabajo era en una boate en Brasilia. Acepté. Le dije a mi familia que me
marchaba para trabajar en una casa de familia, y busqué a una chica para
que cuidase de mis hijos.
Me marché para Brasilia con esas dos amigas. En la boate había más de cien
mujeres. Sólo había diputados y gente fina. En la propia boate no había
habitaciones, sólo tenía salones y bar, pero eran dos plantas.
Cuando llegué el dueño me explicó que el club estaba abierto de lunes a
viernes, que había que entrar antes de las nueve de la noche, y que ellos no
se responsabilizaban de lo que sucediese fuera del hotel.
Durante la primera semana no hice nada. Me quedé sólo mirando. No tenía
valor. Me daba vergüenza. Allí los servicios se hacían en hoteles. Nunca
quitabas menos de cien reales, y en la misma noche podías hacer varias
salidas. Una de mis amigas y yo alquilamos un apartamento. Recuerdo que
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