TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

PATRICIA ELIENE
Vendiendo bananas
Vivíamos en una ciudad del interior de Rondônia, en una casa de madera.
Éramos mis padres y yo. Yo soy la mayor. Después nacieron mis dos
hermanas. Nuestra vida era difícil, porque al principio sólo mi padre
trabajaba. No faltaba de comer, pero lo demás era todo precario. Nuestra
pequeña casa era de alquiler.
Cuando yo tenía cuatro años, mi madre comenzó a trabajar. Entonces, tuve
que marcharme de casa e ir a vivir a casa de mi abuela. También tenía que
cuidar de mis hermanas pequeñas. Como mi madre trabajaba de doméstica
en otras casas, ganaba un poco de dinero y así nuestra vida comenzó a
mejorar. Con el salario de mis padres ya podíamos comprar más cantidad
de comida. Mi madre estuvo trabajando durante ocho años de doméstica, y
después cambió para trabajar de cocinera en un colegio de monjas.
Estudié en un colegio público cerca de mi casa. Un año era por la mañana,
otro era por la tarde. Y trabajé mucho vendiendo bananas por la calle. Mi
padre las compraba y después de dejarlas unos días madurando, yo salía a
la calle para venderlas. Las llevaba en una carriola y vendía todo. Batía
palmas para atraer a la gente y gritaba “ olha, banana, hoje está barata! “ . Mis
compañeras del colegio se burlaban de mí. Luego le daba a mi padre todo
el dinero que ganaba. Él hasta hoy día lo recuerda. Siempre me dice que
tengo mucho valor para enfrentarme a la vida, desde pequeña. Con el
dinero que ganaba podíamos comprar azúcar, leche para mis hermanas, y
también alcanzaba para comprar los cuadernos del colegio.
Mi padre compró una tiendecita cerca de la rodoviária, y yo le ayudaba.
Después de trabajar me iba para el colegio a estudiar. Cuando tenía doce
años comencé a salir con chicos. Me enamoré de un chico que tenía
veintisiete años y que trabajaba en una borracheria. Me entregué a él sin
pensarlo y perdí con él mi virginidad. A partir de ese momento no sé qué
ocurrió, pero le cogí rabia. No sé qué fue lo que pasó, porque él me trató en
todo momento con cariño y super bien, pero lo cierto es que no lo quise
más. Hasta hoy no lo entiendo.
El mismo día en que perdí mi virginidad, se lo conté a mi madre. Ella me
dijo que eso no era una cosa del otro mundo, pero que tenía que tener
cuidado para que la gente no hablase mal de mí. Me dio así muy buenos
consejos. Mi madre hasta hoy es mi amiga. Sin embargo, mi padre siempre
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