TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

garimpeiros. Ellos cuando fueron al hospital dijeron que habían sido
asaltados. Nunca más me los encontré, afortunadamente.
En el garimpo la vida de una persona no tiene demasiado valor. En la época
en que yo estuve allí había unas cinco mil personas. Ahora está lleno de
gente, como si fuese una ciudad. Incluso le han cambiado hasta el nombre.
Tanta gente que ha muerto allí…, caminando te podías encontrar los
cadáveres. Había un lugar donde había mucho topacio y metal, que
encontramos una vez ochenta y nueve cráneos. Topacio azul transparente.
La cosa más linda del mundo. Y muerte. Ambición humana.
Mucha gente ganó dinero. Pero, muchas personas también destruyeron sus
vidas allí. Conocí personas de todos los tipos dentro del garimpo. Bandidos
de Rio, Sâo Paulo, de lo peor. Muchas veces la policía no quiere hacer bien
su trabajo. Si ellos quisiesen de verdad coger a los delincuentes no tendrían
nada más fácil que hacer que ir a buscarlos dentro del garimpo. Pero, la
propia policía tiene miedo. No están preparados para eso. Si van al garimpo
es como si fuesen a la guerra.
Vi muchas barbaridades en aquel garimpo. Vi cosas que Dios me libre…
Recuerdo una vez que un tipo llegó al barracón de al lado y los mató a
todos. Eran seis personas. Cuando llegamos estaban todos muertos. Cosas
así allí eran algo corriente.
Un día el patrón descubrió a un chico robando. Era amigo mío. El patrón se
lo llevó a un lugar apartado junto con la peonada y lo ahogaron. Yo fui a
hablar con el patrón para que no se lo llevasen. Me apuntó a la cara con un
revólver y me dijo: - ¡Salga! Y yo me aguanté, y no dije más nada. Al día
siguiente mi amigo apareció muerto.
Otra vez los muchachos descubrieron una mina en medio de la carretera e
hicieron un agujero enorme. Luego, cuando a las cinco de la madrugada yo
iba al garimpo para trabajar me encontré con aquello y me caí dentro. Era
una recta muy grande y recuerdo que aceleré directo. Recuerdo aquella
sensación de ir volando por el aire. Frío en la barriga. Una sensación como
de caer en la boca del jaguar. Tuve suerte y no me lastimé demasiado.
Después, los muchachos tuvieron que ayudarme para sacar la moto.
Nunca me dio miedo conducir. Cualquier vehículo. Fuese moto, carro,
camión, etc. En el garimpo también conducía un jirico que había construido
mi padre. No tenía frenos. Cuando conducía por el garimpo los muchachos
comenzaban a correr.
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