TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Me gusta mucho trabajar en ese club porque se gana mucho dinero y los
clientes son muy educados, no como aquí en Galicia. Algunos clientes sólo
buscan compañía y vienen a buscar a una chica para pasar la tarde, a veces
ni siquiera quieren sexo. Vienen muchos turistas y también muchos
marroquíes.
Ahora que he regresado a Lugo, los clientes siguen llamándome por
teléfono y me piden que vuelva pronto. Allí en Canarias toda la gente te
trata muy bien, no hay preconçeito. Si vas por la calle todos te tratan bien,
como si fueses una persona normal, y no como aquí en Galicia, que son
todos muy racistas, que todo el mundo te mira diferente por la calle si
saben que trabajas en esto. Y allí en Canarias no hay prejuicios.
Los canarios van poco al club. Pero, los que van gastan mucho dinero. Hay
canarios que gastan ochocientos euros en una sola noche en el club. Yo en
cuarenta días ya gané para mí tres mil euros. Aunque, después gasté mil en
tonterías. Me gasté en una noche cuatrocientos euros en el casino, y salía
mucho de pubs y discotecas. También me compré ropa y una cámara de
video, que allí en Canarias son mucho más baratas.
Todas las noches trabajaba, tres, cuatro pases y aparte las copas. Allí yo
soy la que se hace más copas, porque me gusta hablar con la gente. Cuando
me llaman para conversar en la barra, ya les digo: - Mira, para quedarme
contigo hablando tienes que pagarme una copa. Claro, nada por la cara…
Yo no dormía en el club, sino en una casa independiente que hay justo al
lado. A partir de las seis de la tarde llaman algunos clientes. Vienen a la
casa y hacemos allí los pases. Después, cuando voy al club por la noche les
entrego el dinero. Pero, no siempre estoy trabajando. Cuando me apetece
bajo a la playa o me voy a algún restaurante a tomar algo.
Lo que pasa es que todos los clientes allí quieren ser tus novios. Y son
celosos. Vienen al club a buscarme y si estoy trabajando luego me
preguntan que porqué no esperé por ellos. Algunos hasta se marchan, pero
siempre son muy educados.
Un día hice el amor en el desierto. Fue con un empresario madrileño. Me
llamó por la tarde: - Camila, ¿quieres salir? - ¿A qué hora? - A las dos.
-Vale, así aprovecho para sacar unas fotos. Enrique me pagó doscientos
euros por dos horas. Fuimos a la playa y también al desierto. Él se alojaba
en el hotel más caro de Collarejo. Aquello parecía el desierto del Sahara. Y
me pidió que lo hiciésemos en el desierto. Ya lo tenía todo preparado: una
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