TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

trabajo estaba mal. Fue por eso que decidimos cambiar de club. Ramiro nos
recomendó que fuésemos al “Bora bora” en la costa de Lugo, porque
Aurora, la dueña del club, es amiga de Ramiro.
El hijo de Aurora, la chilena, nos vino a recoger a Lugo. Cuando llegamos
el club nos pareció precioso, grande, con una barra muy bonita, mesa de
billar, reservado, sala de “streaptease”, etc. Había una cocinera dominicana,
que también trabajaba con nosotras en el salón durante la noche. Estaban
dos brasileras, Ana y Vanesa, y también Diana, una rumana que comía
vasos. Diana era muy nerviosa, y no permitía que las demás le quitasen a
“sus clientes”. Si llegaba un cliente que ella consideraba suyo y se acercaba
a cualquier otra chica, ya venía hecha una furia y no dejaba tomar la copa.
Entonces, cogía un vaso y lo rompía con los dientes, y se lo tragaba. Yo, la
primera vez que la vi me acerqué para ver si de verdad se tragaba el vaso.
Y sí, se lo comía. Los clientes a veces le tenían miedo y se marchaban.
Estuve en el “Bora bora” diez días. Todas trabajábamos allí, a pesar de la
rumana. Yo me hacía uno o dos pases diarios. Me lo tomaba con
tranquilidad, y aproveché también para pasar unas vacaciones. Íbamos a la
playa por la tarde y a veces también, cuando la gente estaba un poco
borracha, íbamos después de que cerraba el club.
Allí conocí a un checo en la playa. Apenas conseguíamos entendernos. Me
preguntó mi nombre verdadero. Le dije que era Bruna. Salimos. Tomamos
unas copas juntos. Luego, me dijo que se iba al hotel a ducharse y que
volvería para ir a follar conmigo en el club. Y vino. Me pagó una copa en
la barra y después una hora y media en la habitación. Todo salió bien.
Follamos dos veces. Al día siguiente nos encontramos otra vez en la playa.
Él estaba de vacaciones. Me contó que era camionero y que estaba casado.
Esa noche también volvió al club y estuvimos juntos. Fue la última noche,
porque él ya se marchaba al día siguiente. Todo lo bueno dura poco. Me
dio su número de teléfono antes de partir. Yo le di la dirección del club de
Ramiro, porque no tenía móvil todavía. Mis romances son de dos días, no
duran más…
Después, Ramiro nos vino a recoger a Isabella y a mí. Nos trajo para Lugo
y volví a trabajar en “El Rayo de Luna”. Estuve veinte días y quise cambiar
otra vez. Me fui a “Las Villas”. Una amiga me dijo que allí se trabajaba
muy bien. La verdad, yo quería ir a otro club, al “Don Mendo”, porque una
amiga brasilera que estaba entonces en León me habló muy bien de él. Yo
ya había escuchado a más chicas hablar del “Don Mendo”. Pero, cuando se
lo comenté a Ramiro me dijo que no fuese allí, que la dueña trataba muy
mal a las chicas y también que la comida era pésima. Al final, terminé
sabiendo que la Bianca, una brasilera con la que Isabella había tenido ya
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