TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

pertenencias y que lo llevase para casa. Le di el dinero a mi hermana para
que lo guardara.
Un día mi padre me contó que había visto a unas personas vestidas de
blanco alrededor de la cama. Eso le ocurre a mucha gente. Son las ánimas.
Hay mucha gente que cuando se está muriendo cuenta estas cosas.
Me acuerdo perfectamente que era el 13 de abril. Ese día estaba yo en la
oficina cuando alrededor de las cuatro de la tarde me llamaron. Voy yo y
cojo el teléfono. Era mi padre: que porqué no había ido a visitarlo. Yo le
dije que iría mañana. Comencé a llorar. Pasé toda la tarde llorando. Al día
siguiente fui a verlo y le llevé un remedio a base de plantas. Mi padre
vomitó sangre. Volví el sábado a visitarlo. Él nunca se quejaba del dolor.
Pero, aquel día casi gritaba del dolor. No consentía siquiera que se le
sentasen en la cama. Mi padre me pidió que me quedase con él. A la
semana siguiente volví. Y ese día fue cuando ya murió. A él nadie le dijo
que tenía cáncer. Recuerdo que me temblaba todo el cuerpo de los nervios
que tenía. Eso me marcó mucho.
Entonces, yo cogí la responsabilidad de mi casa. Mi padre llevaba veinte
años en el negocio del quiosco. Y yo me enfrenté al quiosco. Me puse a
trabajar allí. Tuve muchos problemas con mi hermana por eso. Me decía
que eso no era para mí, que no tenía futuro. Pero, para mí era más
sentimental que otra cosa. Era la empresa de mi papá. Era también difícil
porque yo nunca había llevado un negocio. También cogí la
responsabilidad de la casa. Y ahí cambió mi vida. Porque sólo era trabajo y
casa, trabajo y casa… Hasta me olvidé de los amigos.
Ahí tuve algunos problemas con mi mamá. En casa las decisiones siempre
las tomaban mi abuela o mi papá. Ella no tenía decisiones propias.
Entonces mi madre se metió en otra religión: los evangélicos. Al meterse
en esta religión mi madre se fue abriendo a otros mundos que ella no
conocía. Y eso pienso que es bueno.
Tuve problemas en mi casa porque ellos pensaban que yo me quedaba con
dinero del negocio para mí. En aquella época ya conocía una amiga que se
había ido a España. El negocio no iba tan bien. Todo eran palabras y nadie
hacía nada. Un día le dije a mi mamá: - Mire, yo me quiero ir para España.
Yo no me veía futuro en aquel negocio.
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