TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

La prostitución: en España
Después de todo eso, decidí definitivamente viajar a España. Tomé esa
decisión porque quería olvidar todo lo que había pasado, quería marcharme
a un lugar lo más lejos posible. Entonces, mi tía Isabella me dijo que
España no era las mil maravillas, pero que si lo que yo estaba buscando era
una vida diferente, podría ser la mejor opción. Isabella me explicó que los
hombres españoles son arrogantes, sucios, que no les gusta ducharse,
prepotentes y presumidos, aunque también hay hombres buenos que saben
cuidar a una mujer y darle cariño. Me dijo que no iba a ser fácil, y que lo
difícil no sería enfrentarse a los hombres, que eso se aprende rápido, que lo
complicado y el mayor problema que me encontraría en España sería la
policía.
Le pregunté cómo era. Tenía la curiosidad de saber si un español folla
como un brasileño. Isabella me contó que la mayoría de los españoles no
sabían follar como los brasileños, aunque algunos a veces se salvaban. Lo
que más me llamó la atención fue cuando me contó que en España en las
habitaciones no había duchas y que la gente no tiene la costumbre de
ducharse antes y después de tener una relación, como ocurre normalmente
en Brasil. Isabella ya conocía todas estas cosas porque ella trabajaba en la
prostitución en un club en Santiago desde hacía ya varios años.
Pensé si sería eso lo mejor para mí. Tenía miedo. Pensaba en que tendría
que dejar a mi hija, a mi familia. También en cómo resultaría el
relacionarme con los hombres en España. Todas estas cosas pasaban por mi
cabeza. Pero, al mismo tiempo era consciente de que permaneciendo en
Brasil no arreglaba nada. Así que decidí enfrentarme a una nueva
experiencia. Y tomé la decisión de venir a España.
Primero de todo, fui a la consulta de mi ginecólogo, porque llevaba un
tratamiento a causa de mi problema de salud: durante los últimos cuatro
años no me había bajado la regla, y eso también me provocaba muchos
dolores de cabeza. Desde que tenía once años me consultaba con el mismo
ginecólogo. Él conocía toda mi vida. Le conté que estaba yendo para
España a trabajar en la prostitución. Me aconsejó que tuviese cuidado, que
utilizase una pomada y por supuesto, siempre el preservativo, y que
siguiese el tratamiento.
Tuve que esperar durante tres meses, porque la policía dejó de hacer
pasaportes en ese tiempo. Después, al fin, tramité mi pasaporte. Luego,
tuve que ir a Goiânia para presentar unos documentos. Volví a Brasilia y
cogí mi pasaporte, aproveché también para hacer toda la papelada de unas
319