TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

cobró doscientos cuarenta euros y nos llevó a las cuatro. Fuimos al club
donde yo había estado trabajando antes. Regresamos. Fue la misma merda.
Había que pagar cuarenta euros todos los días por la casa, trabajases o no
trabajases.
Fueron pasando los días. Dos de mis amigas que habían venido conmigo no
trabajaban nada. En el club había entonces más mujeres que la primera vez,
unas cuarenta, brasileras, rumanas, colombianas, etc. Me quedé allí sólo un
mes y en todo ese tiempo sólo conseguí sacar libres ciento cincuenta euros.
Lo malo eran los días que no trabajabas, porque tenías que pagar los
cuarenta euros igual, e iban sumando y sumando.
Mi amiga llamó a su velho para que nos viniese a buscar, porque allí no
hacíamos nada. Entonces, vino a buscarnos. Una amiga y yo volvimos al
“Erótica” y las otras dos se fueron al “Momo”, un chiringuito en el centro
de la ciudad, y ganaban más que nosotras… Así que un día decidí
experimentar con ellas. Aquello parecía un putero de mi país, feio para
caramba. Nossa sinhora! Fiquéi asustada. Hacía frío, las habitaciones todas
sucias, podridas. Si un cliente me invitaba a una copa, prefería quedarme en
el salón que no ir al reservado.
El primer día no hice nada. Pero, después comencé a trabajar. Al final, me
quedé allí cuatro meses. No me gustaba nada ese club, pero mis amigas
ganaban bastante dinero y yo tenía que intentarlo. El primer cliente que
tuve allí me pagó una salida. Le cobré cuatrocientos euros por dos horas.
Estaba borracho y no se enteraba de nada. Me llevó a un hotel que hay allí
cerca. Como estaba muy borracho y no se corría, le decía que el tiempo
estaba pasando y él me pagaba cada vez más. Esa noche le quité unos mil
euros.
Al otro día hice otra salida. Cobré trescientos cincuenta euros y el chico me
llevó para su casa. Todos los días trabajaba, me hacía tres, cuatro pases, los
fines de semana seis o siete. Como en el “Momo” tienes que estar muchas
horas, poco a poco me fui cansando. Los fines de semana no salía hasta las
seis o las siete de la mañana, y eso te va agotando. Ahí volví a namorar, me
quedaba en casa de mi novio, salíamos de fiesta, y no iba a trabajar, sólo
volvía al club cuando nos peleábamos.
Como íbamos al club cuando nos daba la gana y todas teníamos nuestros
novios, la dueña del club, que es una dominicana, ya no nos quiso más. Mis
amigas estaban todas “casadas”, y yo entonces tuve que buscar un piso. Ahí
me fui a vivir con Bia, yo ya la conocía de “El Paso” de cuando iba a
vender ropa a las chicas.
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