TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

perdía todo el control. La dueña de la cervecería ya estaba cansada de ella,
porque cuando se emborrachaba cogía y hablaba con los clientes y les
pedía que la invitasen a una copa. La dueña, que era colombiana, le dijo un
día que la cervecería no era un club. A Daniela cualquiera que la invitase a
unas copas podía luego follársela por la cara. Y ella loquita por aquel tío, el
Roberto. A mí nunca me cayó bien. Era un gigoló, que se las follaba a
todas. Daniela era la única que no lo veía o que no quería verlo, pero todas
nos dábamos cuenta.
Hace más de dos años fui a un cumpleaños en un club en Ribadeo, y allí
conocí a una chica que era “streaper”. Se llamaba Débora. Nos enrollamos
esa noche. Luego, mantuve una relación con ella por teléfono. Nos
enviábamos mensajes por el móvil. Todo se terminó cuando Fabiano se
enteró.
El preservativo
Es increíble, no te imaginas la cantidad de hombres que llaman al piso para
preguntar si lo hacemos al natural. Yo les explico, pero es alucinante como
la gente no tiene conciencia sobre el contagio de enfermedades. Cuando
estaba en mi piso yo compraba los preservativos y se los daba a todas las
chicas y a las travestis. Ellas los cogían y luego entraban en la habitación.
Pero, si los usaban o no siempre era algo que yo ya no podía controlar.
Tenía mis sospechas, por algunos comentarios que escuché algún día entre
las travestis, de que alguna vez no se los ponían. Y eso es muy peligroso, es
no tener cabeza. Yo, ni por todo el dinero del mundo.
El dinero es relativo
Luego dejé el piso porque tuvimos problemas con los vecinos. Se enteraron
de que era un piso de trabajo y en el edificio los vecinos hicieron una
reunión y se quejaron al dueño para que nos echase. Y me conseguí un
trabajo de cocinera en un club. Sólo estuve veinte días. Me gustaba mucho
trabajar allí. Pero, las mujeres del club se pasaban. Ya sé que no soy una
profesional, pero sé cocinar. El problema era que allí algunas querían
menús especiales. Una noche llegó una y me pidió una sopa. Le dije que no
era posible en ese momento y que se la cocinaba al día siguiente. La chica
entonces fue a quejarse al encargado. Decidí marcharme. No me parecía
justo que me llamasen la atención por aquello.
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