TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Al poco tiempo me enteré de que él tenía relaciones con una vecina. Ella
misma me lo contó. Ya no me respetaba nada. Cuando se emborrachaba se
iba para casa de esa vecina a molestarla.
A mi familia no le contaba nada. Me daba vergüenza. Sólo la familia de él
lo sabía. Mi tía era consciente de que yo pasaba un poco de necesidad, pero
nada más. Yo trataba de descubrirlo. Me colocaba en la puerta o en la
ventana. Un día cogí una faca y salí detrás de él. Recuerdo que estaba
lloviendo. Salí a la calle con la faca en la mano. En ese momento pensaba
que si lo encontraba con otra mujer lo mataba. Yo ya estaba harta de
aquella vida.
Siempre fue así. Cuando no era una era otra. Y todo el dinero se lo gastaba
en drogas, alcohol y para divertirse. Al final, mi familia se enteró de mi
situación y vinieron a verme. Yo no sabía qué hacer. No quería regresar a
Belem, y Luciano era el padre de mi hija. Todavía pensaba con ilusión en
la posibilidad de que cambiase. Yo estaba flaca, pasando todo tipo de
necesidades. Mi marido les dijo a mis padres que no se preocupasen, que
iba a cambiar y que se iba a ocupar de su esposa y de su hija.
A mí los vecinos siempre me avisaban de cuando él estaba con otra mujer.
Al día siguiente de marcharse mis padres, fui a buscarlo a la calle. Luciano
estaba borracho y entonces comenzó a perseguirme e intentó pegarme. Yo
no le tenía miedo. Le insulté. Le llamé vagabundo y le insulté muy feo. Su
propio padre lo amenazó.
Después de aquello tuve un aborto. Sentí como me temblaban las piernas.
Y oriné sangre. Me llevaron al médico y me dijeron que podía haber
muerto. Desde entonces, me quedé en casa tomando las medicinas.
Y después de tres meses, me quedé embarazada otra vez. Luciano había
cambiado un poco. Ya no salía todos los días. Y también quería un hijo. La
gestación de mi hijo ya fue mucho mejor. Aquello fue un espejismo y
comenzó todo de nuevo. Mi hija tenía un año y medio. Y él me dejaba
siempre sola. Yo lloraba mucho. Estaba con la presión muy alta. Él
continuaba haciendo la misma vida. Cuando no salía, me sentía feliz… A
veces iba a buscarlo con aquella barriga grande.
Una noche Luciano se acostó temprano. A las dos de la madrugada vino un
amigo a buscarlo para salir a tomar algo. Y se marcharon. Me quedé sola.
Cuando eran las cuatro yo estaba todavía despierta. Sentía miedo de los
bandidos. Aquel era un lugar muy peligroso. Entonces, llamaron a la
puerta. Y pensé que era mi marido. Pregunté: - ¿Luciano? Me contestaron:
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