TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

aguantó aquí en España. Yo ya vi tantas cosas aquí en este país que no creo
que ya me asuste.
Del “Atenea” me marché para un club en Santiago. Conocí a una chica que
se llama Susana, que me dijo: - Vamos para otro sitio. Y fuimos juntas para
Santiago. En aquel club estuvimos un mes. El dueño del “Atenea” era el
mismo del club de Santiago, también es dueño del “Salamandra”. El de
Santiago es un club pequeño y no tenía demasiado movimiento. Por eso me
marché pronto.
Ahí fue cuando Amanda me propuso ir a trabajar a Lugo, al “Kings”, que
ella ya lo conocía. En el “Kings” me encontré con mucho trabajo. Es un
lugar sencillo y con buen ambiente. No tuve ningún problema con el dueño,
aunque ya sé que él ha tenido problemas con algunas chicas y también con
la justicia.
En el “Kings” conocimos a un tío que nos habló de un club en Ronda, que
se trabajaba muy bien y todo ese cuento. Decía que el club era de un amigo
suyo. Y fuimos para allá. Viajamos Amanda, Cris y yo. Ese club fue el
único sitio aquí en España que me dio miedo. Cuando llegué a España,
escuché historias de chicas que las tenían encerradas y no las dejaban salir
y todas esas cosas. Pero, yo nunca vi nada de eso. Pero, en el club de
Ronda pasé un poco de miedo. Todas las ventanas tenían rejas, la puerta
siempre estaba cerrada con llave y había que avisar al encargado. Entonces
él seguía a las chicas cuando salían para todas partes.
Me quedé sólo dos semanas. Amanda, Cris, otra chica brasilera y yo nos
fuimos. Amanda llamó al dueño del “Kings” y le pidió ayuda. Fuimos en
taxi de Ronda a Málaga. Cuando estábamos cenando conocimos a un tío y
nos invitó a ir de pubs toda la noche, hasta la hora de subir al tren para
Madrid. Allí, Gregorio nos fue a recoger. Y regresamos al “Kings”.
En el “Kings” estuve un mes, y después me marché con Camila para “La
Fortaleza”. Ese club me gustó mucho porque es muy grande y confortable,
tiene habitaciones para vivir y habitaciones para trabajar. Había muchas
chicas rumanas. Cuando estuve allí éramos unas ochenta mujeres. Allí fue
donde me escapé de la policía. Llegaron una noche, con aquellos chalecos
fluorescentes que parecían luciérnagas… Una chica africana que era amiga
mía me cogió y me llevó a un almacén que estaba lleno de cajas de bebidas
y allí estuvimos cinco chicas escondidas durante dos horas. Después, la
cocinera nos vino a buscar y nos avisó de que ya se habían marchado.
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