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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Cosas que pasan por mi cabeza<br />

La primera vez que escuché hablar sobre la prostitución fue cuando yo<br />

tendría unos siete años. Recuerdo que yo le preguntaba a mi madre el<br />

porqué ella no me <strong>de</strong>jaba pasar por unas calles que había en mi pueblo, que<br />

estaban muy cerca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> vivía mi tío. Ella me explicaba que ese era el<br />

lugar don<strong>de</strong> el alcal<strong>de</strong> había puesto a las mujeres malas o <strong>de</strong> vida alegre. En<br />

ese instante me imaginé que se trataba <strong>de</strong> mujeres muy enfermas, y que las<br />

habían separado <strong>de</strong> la gente para que no pudiesen contagiar a nadie. Unos<br />

años más tar<strong>de</strong>, mi madre alquiló una habitación a una mujer <strong>de</strong> la vida<br />

alegre, como ella <strong>de</strong>cía. Yo no me lo podía creer. La miré y la vi una mujer<br />

muy bonita. No me pareció que estuviese enferma para nada.<br />

Luego, ya fui comprendiendo más y también entendiendo mejor el motivo<br />

<strong>de</strong> las discusiones entre mis padres. Cuando mi padre llegaba a casa<br />

tomado, mi madre le <strong>de</strong>cía: - ¡Ya vienes <strong>de</strong> don<strong>de</strong> las vagabundas!<br />

Una tía mía también fue prostituta. Tenía un bur<strong>de</strong>l, y siempre <strong>de</strong>cía que<br />

ella hacía lo que le daba la gana y que tenía todo el dinero que quería.<br />

Hoy pienso que la prostitución es una simple compra y venta <strong>de</strong> cuerpos y<br />

<strong>de</strong> ilusiones. Tú compras pasión y cariño en porciones, y también algunas<br />

fantasías que no eres capaz <strong>de</strong> compartir con las personas que están<br />

contigo. Las prostitutas damos eso, pasión y fantasía, a cambio <strong>de</strong> dinero.<br />

La prostitución es eso: intercambio <strong>de</strong> sensaciones por dinero.<br />

Trabajar en un piso te ofrece rutina y también a veces pequeñas sorpresas.<br />

Unos días el trabajo va <strong>de</strong> maravilla, y otros está pésimo, tanto que no<br />

sabes para don<strong>de</strong> coger. Cuando llegué, en el piso hubo días <strong>de</strong> hasta veinte<br />

pases entre cuatro chicas. A partir <strong>de</strong>l euro, el trabajo se resintió bastante.<br />

Y ahora hay muchos pisos. Muchas chicas que están en clubes por la<br />

noche, durante el día han montado sus pisos. Lo que me ataca los nervios<br />

son los que te vienen pidiendo siempre una rebajita. Algunos te ofrecen<br />

hasta quince euros, como si estuviesen en el barrio chino. Pero, muchas<br />

veces los problemas los causamos nosotras. Lo peor son los celos <strong>de</strong> las<br />

mujeres con los clientes. Cuando una chica pasa dos o tres veces con el<br />

mismo cliente, ya piensa que le pertenece. Muchas son tan brutas que no se<br />

dan cuenta <strong>de</strong> que los hombres ya tienen a sus esposas en casa, que cuando<br />

vienen a nosotras lo que buscan es la variedad.<br />

Trabajando en la prostitución he aprendido a no confiar en nadie. Son muy<br />

pocas las personas en las que una pue<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ramente confiar. Pero,<br />

también he aprendido a ver la realidad <strong>de</strong> la vida. A ver la vida sin tapujos.<br />

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