TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

El Sueño Americano
Cuando llegamos cogí el avión. El avión iba por Bolivia. Sólo había gente
clandestina esperando para pasar a los Estados Unidos. Las conversaciones
que se escuchaban en el avión eran todas sobre el dinero que habían tenido
que pagar a los coyotes para poder pasar, que unos habían pagado cinco mil
dólares, otros diez mil dólares… Eran gente brasilera, sobre todo de Minas.
Kent hizo la reserva para un hotel de México capital. Gracias a Dios, pasé
la frontera mejicana. Cuando llegué me dio una desesperación…, me
encontré allí sola en aquel aeropuerto. El vuelo de Kent venía con retraso.
Pero, al cabo de unas horas llegó y nos fuimos para el hotel. Era un hotel
super lujoso, con los botones que te recogen el equipaje y todo. Yo no
había visto nunca nada igual.
Era consciente de que tenía que contarle la verdad a Kent. No podía
casarme con él sin hablarle de mi enfermedad. Y le conté todo sobre mi
problema. Él lloró. Después me dijo que me aceptaba igual, que no había
problema porque él me amaba. Fue maravilloso.
Llevaba en mi maleta un vestido blanco de novia que había comprado en
Sâo Paulo. Kent traía las alianzas. Al día siguiente, nos dirigimos al
Consulado Americano. Esta vez me dejaron entrar. Él hablando en inglés
con el personal. Le dieron un papel para cubrir con todos mis datos. Kent
quería que nos casásemos en Nueva York, para que estuviese su familia.
Del Consulado nos fuimos en taxi a un Notario. Y allí nos pidieron un
montón de papeles, toda esa maldita burocracia… Kent entonces llamó por
teléfono a Roberto y le amenazó, le dijo que lo iba a matar. Yo lloraba. Me
veía ya regresando para mi país con una mano delante y otra detrás.
Estuvimos en México una semana. Cuando nos despedimos sólo
llorábamos. Tuve que tomar un tranquilizante. Y regresé a Brasil. Kent es
un amor de persona. Es la persona que más me ha hecho feliz, y creo que es
el verdadero amor de mi vida. Todo lo que me pasó fue porque no fui
personalmente a informarme al Consulado. Al depender de aquellas
personas, de aquellos bandidos, fue como llegó toda mi desgracia.
Cuando llegué a Brasil yo ya no tenía valor para pedirle más dinero a Kent.
Las cosas se fueron volviendo difíciles, y por eso enseguida surgió en mi
cabeza la idea de volver a España. Mi madre amenazó al Roberto y
consiguió recuperar dos mil reales. El libanés desapareció. Nunca más
volví a tener noticias de ese tipo.
355