TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

El tipo que me vino a buscar al aeropuerto me llevó en su coche hasta
Lugano. Allí fuimos al apartamento de la travesti. Fue allí que nos
conocimos. Me preguntó cómo estaba. Desde el primer momento, me
pareció una persona muy materialista, que sólo estaba pensando en los
quince mil dólares que iba a ganar conmigo. Ese día descansé.
Al día siguiente fui al local, sin conocer a nadie. Y comencé a trabajar. El
local funcionaba desde las ocho de la mañana a la una de la noche.
Trabajaban allí ochenta mujeres y cinco travestis. La mayoría brasileras y
del este de Goiânia. Era una casa de citas muy grande. Al principio, me
quedé muy asustada porque tenía que pagar ochocientos cincuenta francos
suizos cada semana por el alquiler de la habitación. Y me sentía en
desventaja porque acababa de llegar de Brasil y no entendía el idioma.
Poco a poco fui trabajando. Todo el dinero que ganaba pasaba a las manos
de la travesti. Sólo me quedaba con cincuenta o cien francos por semana.
Las otras travestis le contaban todo lo que sucedía.
Con dos meses trabajando allí yo ya tenía pagado la cantidad de siete mil
dólares. Entonces, recuerdo que era un viernes, y que era un día de máximo
movimiento, llegó la policía al local. Cerraron el local con ochenta mujeres
dentro, cinco travestis y todos los clientes. Y nos pidieron a todas los
documentos.
Al día siguiente fuimos a la delegación de policía a recoger los pasaportes.
A todas las chicas que tenían más de tres meses les abrieron una carta de
vía, para que se fuesen a otro país. Después de eso, me quedé sola durante
un mes. No tenía a dónde ir. Las otras mujeres se marcharon y yo me quedé
en mi habitación, hasta que un día una amiga avisó al encargado para
alertarle de mi situación. No me quería devolver los quinientos francos de
la fianza. Mi amiga vino a buscarme y me llevó para un hotel que estaba a
media hora de allí. Era un hotel y también un “night club”.
Comencé a trabajar en ese “night club”. Durante el día me quedaba
encerrada en la habitación del hotel, y por la noche me iba a trabajar al
“night club”. Allí me encontré de nuevo con chicas brasileras. Con una
semana de estar allí, la travesti cafetina me llamó por teléfono desde Brasil
para reclamarme el resto del dinero. Yo tenía mucho miedo. Ella me
amenazó. Incluso, el carnavalesco me llamó también para amenazarme. Mi
amiga me aconsejaba que pagase.
Durante los primeros cinco meses desde que llegué a Europa seguí
manteniendo contacto con mi novio de Brasil. Más tarde me enteré por mi
familia de que mi novio había conocido a una mujer y que se había llevado
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