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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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La sumisión<br />

Una vez un cliente me llamó y me preguntó que cuánto cobraba por un<br />

servicio <strong>de</strong> sumisión. Le contesté que ochenta euros. Pero, él quería que<br />

cuando llegara al piso le metiera una buena hostia y le escupiera. Nada más<br />

abrir la puerta y entregarme el dinero. Luego, vino, me entregó el dinero y<br />

le metí una cachetada fuerte. Y le escupí y se fue. Nada más por eso. Yo<br />

pensaba que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> eso haríamos otras cosas, como atarlo, vestirle <strong>de</strong><br />

mujer, obligarle a hacerme la limpieza, etc. Pero, no, él sólo quería que le<br />

diese una hostia y nomás. Me pagó ochenta euros por una cachetada.<br />

Quedé muy satisfecha porque me gané ese dinero en menos <strong>de</strong> cinco<br />

minutos. Cojonudo. Ojalá fueran todos así.<br />

Yo me ofrezco siempre como que hago todos los servicios, y la sumisión<br />

también, claro. Son pocos clientes los que me pi<strong>de</strong>n la sumisión, porque yo<br />

tampoco tengo los accesorios para hacer una sumisión completa: fustas,<br />

látigo, pinza, bolas chinas, esposas, etc.<br />

A los que vienen los ato con un lazo y utilizo las pinzas <strong>de</strong> la ropa, y velas<br />

para quemarlos. También tengo un trapo especial para taparles los ojos y<br />

tengo ropa especial, que no utilizo nunca, y que la uso para vestir a esos<br />

tíos.<br />

La primera vez que lo hice fue en Coruña. Una chica brasileña ya me había<br />

explicado cómo era. Había hecho antes un trío con ella, <strong>de</strong> ama y sumisa.<br />

Yo era la sumisa aquella vez y observé para apren<strong>de</strong>r. También he visto<br />

vi<strong>de</strong>os don<strong>de</strong> se apren<strong>de</strong> a hacer la sumisión.<br />

La mayoría <strong>de</strong> estos clientes son empresarios, abogados y policías. Siempre<br />

gente <strong>de</strong> dinero, nunca gente normal. Hay uno que quería que me vistiese<br />

<strong>de</strong> enfermera. Él ya me traía el uniforme, y entonces él era el paciente. Me<br />

pedía que lo castigara, y que le metiera consoladores y todo. Por una sesión<br />

así cobro ciento cincuenta euros durante cuarenta y cinco minutos. Pero, a<br />

esa gente no le importa pagar porque tienen dinero. También me pedía que<br />

lo reconociese como a un paciente, y una vez me pidió que le inyectase.<br />

Pero, yo tuve miedo y le dije que no. Él me <strong>de</strong>cía que no pasaba nada. Pero,<br />

le dije que no y que no, y que si volvía a insistir lo castigaba fuerte. Yo<br />

tenía miedo, lógico, no fuese que se me fuera a morir allí en mi casa.<br />

También tenía a un abogado que venía dos veces al mes. Sé que era<br />

abogado porque me pagó un día una salida a la oficina. Aquella vez sólo<br />

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