TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

todas las cosas que teníamos en común, hasta los muebles. Sólo me dejó la
ropa.
Fue entonces que conocí a una persona. Mi actual marido. Lo conocí como
cliente. Le conté todo lo que me estaba pasando. Un día cuando me estaba
llamando la cafetina, cogió él el teléfono y le dijo que tuviese cuidado, que
él era suizo y que dejase de amenazarme porque sino podría denunciarla. A
partir de ese momento la cafetina dejó de molestarme. Seguí trabajando.
Juntando dinero y enviándoselo a mi hermana. Quería comprar una casa en
Brasil. Mi objetivo era ahorrar cincuenta mil reales para comprar la casa y
pagar las deudas. Durante un año conseguí enviar casi sesenta mil reales.
Pero, siempre que llamaba a mi hermana por teléfono percibía que se
tornaba un poco rara cada vez que le preguntaba sobre cómo iban las cosas.
La sentía extraña. Cuando yo le preguntaba por las cosas, ella me cambiaba
de asunto. Y sentía también que mi familia me ocultaba algo. Hasta que un
día que llamé por teléfono a casa, mi propio hijo, que en ese momento
estaba solo, me lo contó todo: que mi hermana me estaba engañando y que
se había gastado todo el dinero, pagando sus propias deudas con lo que yo
enviaba. Eso fue otro shock, como si me tirasen un jarro de agua fría en la
cara.
Durante un tiempo dejé de pensar en mi familia, y decidí sólo concentrarme
en mi misma. Trabajaba y todo el dinero que ganaba lo gastaba en joyas,
perfumes, etc. Era vivir por vivir. Ya no pensaba más en el futuro.
Trabajaba en el “night club” por la noche, durante el día también trabajaba
en la habitación del hotel con un anuncio en el periódico, y los fines de
semana los dedicaba sólo a mi marido. Él me apoyaba en todo, moral y
económicamente. Hasta hoy le estoy agradecida.
Entonces, un día acepté la invitación de una amiga y dejé de vivir en la
Suiza italiana, y me fui a conocer la Suiza francesa. Me fui para una
pequeña ciudad. Era un apartamento que estaba encima de una discoteca,
en la ciudad de Montreux. Al ser una localidad pequeña, la gente no estaba
acostumbrada a las travestis. Ahora sólo pensaba en juntar dinero y
regresar para Brasil. Mi amiga, en cambio, sólo pensaba en salir de fiesta
todas las noches. Esa amiga todavía hoy está en Suiza. Como ella salía
todas las noches, los vecinos empezaron a sentir el movimiento en el piso y
encontrando muchos más hombres de lo normal.
Un día tuvimos una pelea ella y yo. Ella ya sabía hablar el francés. Yo, en
cambio, no. Yo quería trabajar y ella sólo pensaba en divertirse. Esto me
hacía sentir incómoda. Y ella se empezó a aprovechar de la situación. Ese
día tuvimos una pelea porque ella desconectó el teléfono para que no me
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