TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Cuando cumplí los dieciséis años me fui a vivir con él a Minas. Yo no tenía
cabeza. No sabía cuidar de un niño, ni lavar ropa, ni lavar loza, etc. Éramos
muy jóvenes. Ahí fue cuando comenzaron los problemas. También porque
su madre vino a vivir con nosotros y no nos llevábamos bien. Llegué a
amenazar a su madre. Y ahí fue que nos separamos. Regresé a Sâo Paulo.
Cuando mi hija cumplió tres años acudí a la justicia para reclamarle una
pensión. Pagaba medio salario mínimo, y era muy poco. Luego, conseguí
un trabajo en una empresa de aguas. Trabajé dos años. Siempre trabajé en
la oficina de recepcionista y tenía que encargarme de todo lo relacionado
con las cuentas. Fue una época muy buena para mí. Salí de allí por una
tontería mía. Pensé que iba a conseguir un trabajo mejor y no dio resultado.
Era una cosa totalmente diferente, y no era lo que yo esperaba. A causa de
eso me quedé desempleada durante un tiempo.
También trabajé en una de las principales empresas de cosméticos del país.
Una prima que trabajaba allí fue quien me avisó de que iban a coger
trabajadores. Nos hicieron unos tests y pasé. Mi trabajo era en una cadena
de embalaje, y allí trabajé durante nueve meses. Luego, pasé a operadora de
máquina. Con ese trabajo estuve dos años. Allí tenía autobús, vale de
transporte, vale de alimentación, vale de farmacia, etc. Y no tenía ni
necesidad de gastarlos. Comíamos en el restaurante de la empresa, que era
libre tipo buffet para los trabajadores. Sólo nos descontaban un poquito. Lo
tenía todo en esa empresa. Después de dos años me ascendieron a
telefonista nacional. En total, trabajé durante nueve años en esa empresa.
Un bandido llamado Carlos
Durante esa época conocí a Carlos, el padre de mi segunda hija. Él ha sido
la persona que más me ha perjudicado en toda mi vida. Creo que nunca le
he hecho mal a nadie, pero la verdad es que no he tenido nunca suerte en el
amor ni en la amistad.
Conocí a Carlos en la calle. Él llevaba observándome varios días. Un día
que salí del trabajo y marché para casa, me siguió. Otro día me llevó a casa.
Me dijo que podía ir con él, que no me iba a raptar. No le di mucho rollo.
Un día que yo iba para la escuela de samba, parece que fue el azar o el
destino, no sé, me lo encontré. Y comenzamos a namorar. Mi madre siempre
me decía que yo me entregaba demasiado pronto a los hombres. Conocí a
su madre y me pareció buena persona.
338