TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

subían con ninguna chica. Entonces, él me dijo: - ¿Por qué no trabajas en el
piso? Y yo: - porque usted tiene celos y no le gusta que trabaje en el piso.
Juan siempre me decía que yo no soy una mujer para trabajar en esto. Yo
entonces también pensaba que iba a conseguir otro trabajo, un trabajo
normal. Pero, al final no dio resultado… Trabajando en la prostitución te
acostumbras a ganar un dinero fácil y entonces ya no quieres un trabajo
normal.
Lo que menos me gusta de la prostitución, por lo menos lo que he podido
ver del trabajo en el club, es la envidia. Por ejemplo, si llega al salón un
cliente y se le acerca una chica, se presenta, le da dos besos y le pide para
subir a la habitación y el cliente le dice que no, y luego viene otra, lo
mismo y también le dice que no, si después vas tú y entonces el cliente
sube contigo a la habitación, las otras se quedan con los ojos así como
platos y después te hacen chismes o hablan rumores falsos sobre ti.
Ramiro me llamaba y me insistía en que volviese al club para trabajar.
Pero, yo le decía que no, que ya no necesitaba trabajar, que Juan me lo
daba todo. Y entonces Ramiro me decía que me había llevado al mejor
cliente del club. Él estaba enfadado por eso y yo lo entiendo, cualquier
dueño de club se enfadaría. Ni Juan ni Lino iban al club y venían al piso.
A Jose lo conocí también en “El Rayo de Luna”. Un día llegó al club con
dos amigos. Miki subió con él y yo con un amigo. No hubo más. Y una
tarde me lo encontré en el piso, que llegó con Miki para tomar un café. Él
habló conmigo y yo no lo recordaba. Me preguntó si no me acordaba de él,
si no me acordaba que yo había subido con él. Le contesté que no. Todavía
hoy no me acuerdo de haber subido con él. Me dijo también que él no me
olvidaba, que yo había sido la primera brasilera que había hecho bien el
amor con él, que yo trabajaba muy bien. Pero, yo no me acordaba de nada.
Desde ese día, Jose comenzó a llamarme. Yo no le di mi número de
teléfono, fue Miki. Y me dijo que él hacía lo que fuese por ayudarme. Me
ofreció ochocientos euros por ir a trabajar a su casa en un pueblo, y
también me dijo que me firmaba la oferta de trabajo y que me ayudaría en
todo. Yo le dije que primero tenía que consultarlo con mi novio. Y después,
hablando con Juan, él me dijo que no, que Jose estaba buscando otra cosa,
que tenía otras intenciones. Mi marido en Brasil me dijo lo mismo, que
como yo tenía que pasar varias noches en la casa, que él tenía malas
intenciones. Durante un tiempo estuvo llamándome todas las semanas. Sólo
para darme los buenos días y para preguntarme qué tal estaba y si
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