TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Llegué a Santiago a las cuatro de la tarde. Eliane me había explicado que
me vendrían a recoger Juan Carlos o Manolo, y me había enseñado fotos
para que pudiese reconocerlos. Reconocí enseguida a Juan Carlos. No me
dirigió la palabra. Me llevó en su coche y fuimos directamente al club.
Cuando llegamos al “Clangor” todo era una novedad para mí. Recuerdo
que era un viernes por la noche, el 31 de enero de 2003. Me colocaron en
una habitación con otra chica, que se llamaba Leyla y que era de Minas.
Todas las chicas que estaban en el club estaban pagando billete. Todo lo
que hacían por la noche era para juntar el dinero. Pagaban ocho euros
diarios y después sólo recogían el treinta por ciento de lo que hacían. En
aquel tiempo no cobraban los condones ni las sábanas. Pero, cuando llegué
yo las condiciones cambiaron: tenía que pagar sesenta euros al día, sólo que
me quedaba con dinero, no aseguraban el dinero como sucedía con las otras
chicas. Ellos decidieron cambiar porque decían que muchas chicas
llegaban, pagaban el billete y luego se marchaban del club. De esa manera
se quedaban muchas veces sin chicas.
Todos los días tenía que pagar sesenta euros, y todo lo que después quitaba
ya era para mí. Mi compañera Leyla fue quien me ayudó para entender las
palabras en español. Me prestó un diccionario. Entonces, en el club pasó
que nos juntamos chicas con condiciones diferentes.
Leyla y yo un día que estuvimos haciendo cuentas nos dimos cuenta de que
en el club nos estaban cobrando demasiado dinero por el billete. Me quedé
horrorizada. Fuimos a hablar con el dueño y le dijimos que no seguiríamos
trabajando así. Al mismo tiempo, no podíamos dejar de trabajar. Necesitaba
enviar dinero para Brasil.
Una noche, un cliente de Viveiro que se llama Luis, me pagó seis copas de
treinta euros cada una, cinco pases de media hora y después también una
salida de doscientos cincuenta euros. Le dio un cheque al encargado del
club. De ahí fuimos para su casa en Viveiro. Él cogió más dinero. Estaba
muy borracho y fuimos en taxi a un motel. Follamos. Al día siguiente fue a
llevarme al club. Ellos no me explicaron nada, si fuera un asesino… Pero,
Luis me dio otros cien euros de propina. Llegué a juntar entonces mil euros
para enviar a Brasil. De ese cliente de Viveiro, Manolo se me quedó con
parte del dinero, y estuvo luego varios días dándome largas para pagarme.
El día 9 de febrero de 2003 fue el día más feliz de mi vida. Yo estaba
bailando con mis amigas en el salón. Había unos chicos en la barra, uno me
estaba mirando. Pero, yo no le di importancia. Luego, subí a la habitación
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