TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Y empecé a trabajar en el “Liberty”. Allí la mayoría eran colombianas.
Todas trabajaban sin condón y ganaban un montón de dinero. Algunas se
hacían hasta catorce y quince pases en una noche. Te quedabas boba. Las
cuatro brasileras que trabajábamos allí nos hacíamos sólo dos o tres pases.
Eugenio, el dueño del club, me ayudaba. Como yo le gustaba me alquiló un
piso en Lugo, y fui a vivir con otra amiga. No fiquéi nunca con él, sólo le
hice algunas chupadas…
Me quedé en el “Liberty” unos tres meses. Después, Eugenio ya no quería
darme más dinero y yo entonces lo mandé a la mierda. Ahí todo se
complicó. Dejó de ayudarme e intentaba atrapalhar todo mi trabajo en el
club. Él era el que aconsejaba a las chicas follar sin condón, decía que allí
los clientes eran muy sanos y que nosotras podíamos ganar más de cinco
mil euros. Le dije que se los follase él, que pusiese su culo para los clientes.
Entonces, discutíamos feo. Era muy tacaño, no nos daba comida ni nada, y
para beber agua del grifo.
Hasta que un día nos echó del club. Yo y mi amiga llegamos al club
borrachas, habíamos bebido whisky, y a él no le gusta que las chicas beban
alcohol. Discutimos. Él comenzó a insultarme y yo también a él. Le dije
que estaba con rabia de mí porque yo no le dejaba mi buceta, y se lo dije
delante de su mujer, que estaba allí escuchándolo todo. Entonces, nos pidió
que nos marchásemos del club y que no volviésemos más. Tudo bom, y nos
fuimos.
Al día siguiente me llamó para decirme que teníamos que dejar el piso.
Pero, no le hice caso. Alberto, el dueño del piso, nos dijo que no había
problema, que mientras nosotras pagásemos el alquiler podíamos
quedarnos allí todo el tiempo que quisiésemos. Y luego trajimos también a
una amiga venezolana a vivir al piso.
Después, fui a trabajar al club “Las Praderas”. Allí trabajé muy bien. Muito
bom, legal de máis e tudo o mundo era ótimo. Éramos unas veinticinco chicas, la
mayoría brasileras. Trabajé dos meses en “Las Praderas”. Sólo cobraban
diez euros por la casa y diez euros por el primer pase. Era un buen sitio. Me
gustaba porque me hacía tres, cuatro o cinco pases, pero compensaba
porque también me hacía copas y la casa era barata.
Si yo me hago tres pases ya me siento feliz, no me quedo con los ojos
grandes. Hay algunas que si no hacen seis o siete pases ya no están
conformes. Yo nunca fui así de ambiciosa, y tampoco tengo la buceta de
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