TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Viaje a Canarias
El día 6 de noviembre de 2005 me marché para las Canarias. Me fui a
Collarejo, una pequeña isla cerca de Fuerteventura. Desde que saqué mis
papeles estuve trabajando en una cafetería y también en una fábrica textil.
En la cafetería trabajaba quince horas al día por setecientos cincuenta euros
y sólo libraba los martes. En la fábrica trabajaba ocho horas de lunes a
viernes por seiscientos euros, pero allí sólo fui tres días, porque no
aguantaba a la encargada que era muy pesada.
Un día compré “La Voz de Galicia” y busqué la página de las ofertas de
trabajo. Miré las ofertas de los clubes. Llamé a dos sitios, pero no me
agradaron las voces que escuché. El tercer sitio que encontré me gustó, era
una mujer y tenía una voz muy amable. Me dijo que se trabajaba muy bien
y que sólo tenía que pagar diez euros de casa. Le dije que no tenía dinero
para el billete y ella me contestó que no me preocupase, que ellos se
encargaban de todo. Entonces, tomé la decisión. Me pareció una buena
oportunidad para dar otro rumbo a mi vida. Aquí en Lugo ganaba muy
poco y mi relación con Juan ya no funcionaba bien.
Salí un domingo de Santiago. Llegué a Canarias a las doce y media de la
mañana. Me despedí de Juan y le dije que me iba para Brasil a arreglar un
asunto de tierras. Lo engañé.
Cuando llegué al club me fui para mi habitación y después a cenar a un
restaurante. Enseguida vi la diferencia en el trato con la gente. Todas las
personas muy educadas. Después, me fui a la discoteca.
Empecé a trabajar al día siguiente, un lunes. Y en un solo día ya pagué el
billete. En ese club todo es muy distinto. Yo soy la única brasilera. Allí la
mayoría de las chicas son checoeslovacas, aunque también hay
colombianas y venezolanas. Cuando bajé al salón, al principio, me sentí un
poco extraña porque ya hacía más de un año que no trabajaba en un club.
Pero, poco a poco fui cogiendo el ritmo. Allí veinte minutos son setenta
euros; treinta minutos noventa euros y una hora ciento ochenta euros. Las
copas cuestan dieciocho euros, treinta euros, y la botella de champán ciento
setenta euros. Nosotras nos quedamos con la mitad. Y la chica no puede
quedarse en la barra más de diez minutos con un cliente si no paga una
copa. La dueña es muy buena gente, y con las compañeras ningún
problema. Trabajamos de lunes a sábado, de once y media hasta las tres y
media o cuatro. En Galicia trabajas mucho más. Los clubes en Galicia
explotan mucho a las chicas.
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