TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

En la agencia me dijeron que tenían un billete por seiscientos dólares. Pero,
yo no tenía dinero suficiente. Entonces, dejé de pagar la comunidad, la
escuela de mi hijo, etc. Llegué a vender hasta el ordenador de mi hijo.
Hablé con mi madre. Le comenté la posibilidad de montar un centro de
capacitación en España. Reservé el billete. Mi madre me ayudó y me dio el
dinero que me faltaba. Y vine a España sólo con el billete. No llevaba ni un
euro para llamar por teléfono. Pero, yo era totalmente inconsciente y no me
preocupaba de nada.
En el avión conocí a una mujer brasilera, que es la que trabaja como
doméstica en la casa de un futbolista brasilero famoso que juega en el
Betis. Y ella fue quien me comentó que aquí en España las cosas no eran
tan fáciles. Me dijo que tuviese mucho cuidado porque la mayoría de las
brasileras venían a España para prostituirse. Josimar nunca me había
hablado claramente del asunto, aunque es verdad que yo a veces ya
desconfiaba.
La señora del avión me aconsejó que tuviese cuidado. Yo pensé: ¿será que
esta mujer me ha visto cara de puta? Y también me preguntó si yo no traía
dinero para pasar en la frontera. Como yo no llevaba nada, ahí fue cuando
empecé a sentir miedo. Después, me dijo que estuviese tranquila, que me
colocase en la fila con ella, que como ella era negra también, les iba a decir
a la policía que yo era su sobrina. Y así fue como pasamos el control.
Afortunadamente, no me pararon ni me preguntaron nada, ni siquiera me
miraron a la cara. Yo seguía muerta de miedo. Luego, mi amiga se marchó
para Sevilla y me deseó suerte. Yo tenía que coger el avión para Santiago.
No entendía nada. La gente gritando… Un horror.
Llegué a las once de la mañana a Santiago. Allí sí que me hicieron un
montón de preguntas. Cuando cogí la maleta vinieron dos policías. Me
obligaron a abrir la maleta, a enseñarles todo y empezaron a preguntarme
que a dónde iba, con quién iba a estar, que si tenía dinero… Les mostré una
tarjeta del BSCH, y eso fue la suerte que me salvó.
Josimar no apareció en el aeropuerto hasta las cuatro de la tarde. Como la
policía no dejaba de pasar y yo estaba muerta de miedo, me fui al baño y
me escondí allí durante un buen rato. Luego, cuando llegó Josimar la
encontré desconocida. Ella estaba como más fría. Venía con su novio en
coche y enseguida emprendimos el viaje para Lugo.
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