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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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También es cierto que he leído mucho sobre el tema. Y también hice la<br />

güija muchas veces. Lo que pasa es que con eso no se pue<strong>de</strong> jugar, porque<br />

a las personas cuando se van hay que <strong>de</strong>jarlas. Yo nunca <strong>de</strong>jo unas tijeras<br />

abiertas. Les tengo fobia. Nunca recibo la sal. Dicen que la sal pue<strong>de</strong> atraer<br />

tanto las buenas energías como las malas.<br />

En mi país esas cosas son muy corrientes. O por ejemplo, cuando te tienen<br />

envidia o viven preocupadas por tu vida, si llevas una prenda <strong>de</strong> oro, por<br />

ejemplo, un anillo o una ca<strong>de</strong>na, se revienta. A mí me pasó varias veces<br />

con la esclavita que llevo aquí en el pié. Le ponía una piecita y seguía<br />

reventándose. Por ese tiempo me pasaron cosas raras. Cuando dormía<br />

sentía como si hubiese alguien en mi habitación. Sentía que la cama se<br />

hundía y no podía moverme. Me <strong>de</strong>spertaba asustada y me encontraba<br />

agotada. Estuve como una semana así. Incluso veía la sombra <strong>de</strong> un<br />

hombre, pero no podía verle la cara. Era horrible. Le comenté a una <strong>de</strong> las<br />

chicas <strong>de</strong>l club lo que me estaba pasando, y me dijo que cogiera las tijeras<br />

abiertas y las colocase <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la almohada. Y también me acosté con<br />

todas las estampitas <strong>de</strong> santos que tenía. Y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese día, nunca jamás. Ni<br />

tampoco se me volvió a reventar la esclava <strong>de</strong>l pié.<br />

Las plazas<br />

Yo la primera plaza que hice fue cuando salí <strong>de</strong>l piso a don<strong>de</strong> llegué, es<br />

<strong>de</strong>cir al cabo <strong>de</strong> ocho meses. Fue en un piso <strong>de</strong> Vigo. Había allí cinco<br />

chicas conmigo. Yo no conocía a nadie. Es muy difícil que uno conozca a<br />

alguien en una plaza. Conseguí el teléfono por una amiga, que me dijo: -<br />

Vete para allá, que tú trabajas bien allá. Y yo fui, llamé y pedí la plaza. Me<br />

la dieron y me fui. Nunca había salido <strong>de</strong> Lugo, así que no conocía nada.<br />

Me veía como estancada, así que tomé la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> ir y hacer la plaza.<br />

Me recibió la dueña <strong>de</strong>l piso. Me dijo cuáles eran las normas, don<strong>de</strong> iba a<br />

dormir y me preguntó qué servicios hacía. Luego, me enseñó la habitación.<br />

Allí se dormía en la misma habitación en que se trabajaba. También había<br />

un travesti. En cada habitación éramos dos chicas. Si alguna chica se<br />

ocupaba en la misma habitación tenías que salir y a veces te tocaba estar en<br />

la cocina. También me tocó alguna vez dormir con el travesti. Me reí<br />

mucho con él. Era muy divertido. En el piso también había un saloncito<br />

don<strong>de</strong> podías ver la tele, pero eso sí, la tele que la jefa quería…<br />

Pero, el trato era bueno. A mí la jefa me llamaba “mi barbi pequeñita”. Lo<br />

trataban a uno muy bien. Pero, había cosas que también te estresaban. Por<br />

ejemplo, que no podías salir más que una hora en la mañana. Allá el<br />

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