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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Al día siguiente regresé al salón, como si no hubiese pasado nada. Tenía<br />

que trabajar porque tenía que pagar mis <strong>de</strong>udas. Siempre he sido una<br />

persona optimista, a pesar <strong>de</strong> los golpes que te da la vida. En aquella época<br />

yo pesaba noventa y ocho kilos… Conocí a una amiga que se llamaba<br />

Sofía. Ella es una mujer muy bonita y también muy optimista. Me ayudó<br />

mucho. Ella ya había trabajado en la prostitución en Brasil y sabía cómo<br />

era todo el rollo. Me <strong>de</strong>jaba su ropa, pero como yo estaba tan gorda no me<br />

entraba nada. Sofía ha sido una <strong>de</strong> las personas que más me han ayudado.<br />

Sin embargo, el encargado <strong>de</strong>l club siempre <strong>de</strong>cía que teníamos que<br />

trabajar, mover el culo, que no podíamos permanecer allí sentadas.<br />

Estuve trabajando unos dos meses en ese club. Tan sólo pagué unos dos mil<br />

euros <strong>de</strong> la <strong>de</strong>uda total. Un día mi prima llegó al club y me dijo: - Joise,<br />

Joise, escucha una cosa, he conocido a una mujer brasilera que pue<strong>de</strong><br />

ayudarnos, ella ha dicho que nos ayuda y que no tenemos que pagarle nada.<br />

Yo me quedé así, un tanto <strong>de</strong>sconfiada. Y Rosalina me <strong>de</strong>cía que no, que<br />

era una mujer brasilera, casada y con hijos, y que quería ayudarnos.<br />

Al día siguiente fuimos a su casa. Yo, nada más verla, supe que no era una<br />

buena persona. Mi prima estaba <strong>de</strong>sesperada. Cuando llegamos a la casa <strong>de</strong><br />

esa mujer, nos recibió muy bien, nos invitó a café y nos cogió los teléfonos.<br />

Entonces, llamó por teléfono al dueño <strong>de</strong> un club en Asturias. Como ella<br />

hablaba español y yo no entendía porra nenhuma, ella le <strong>de</strong>cía cosas <strong>de</strong><br />

nosotras al encargado, que éramos dos chicas brasileras, que queríamos ir a<br />

trabajar a hacer una plaza y eso… Como nosotras le explicamos que<br />

teníamos una <strong>de</strong>uda en el club, ella nos dijo que no había ningún problema,<br />

que no podían hacernos nada porque eso era ilegal en España, y que no<br />

teníamos que pagar nada.<br />

Entonces, nos dijo: - Si uste<strong>de</strong>s quieren, mañana yo las llevo al club. Como<br />

en el club estábamos muy vigiladas, había cámaras y todo, nos dijo que<br />

tuviésemos cuidado, que pusiéramos la excusa <strong>de</strong> ir a tomar un café fuera<br />

<strong>de</strong>l club. Yo tenía mucho miedo. Mi amiga Sofía estaba durmiendo, entré<br />

en su habitación y le <strong>de</strong>jé una bolsita con un peluche. Fue mi <strong>de</strong>spedida.<br />

Hasta hoy ella no me lo ha perdonado… Nos marchamos <strong>de</strong>l club mi prima<br />

y yo. Sólo cogí mi agenda, mi pasaporte con mis documentos y una biblia.<br />

Todo lo <strong>de</strong>más, mi equipaje, mis zapatos, todo se quedó en el club. Eso fue<br />

por la tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l almuerzo. Nos fuimos caminando hasta la casa <strong>de</strong><br />

aquella mujer. Cuando llegamos, ya estaba esperándonos su marido en un<br />

coche. Era un español, otro vagabundo. Y nos fuimos para Asturias a un club<br />

maravilloso, “El Sauce”. Pero, era maravilloso sólo <strong>de</strong> apariencia. Era<br />

bonito y tenía sesenta mujeres.<br />

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