TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

BRUNA
Una infancia triste
Mi infancia fue difícil y muy triste. Vivía con una tía en Goiânia, y mi
madre ya trabajaba en Belem do Pará en la prostitución junto con Isabella.
Yo tenía cinco años y estuve entonces viviendo con mi tía unos ocho
meses. Ella ya tenía dos niños pequeños, y a mí me maltrataba mucho.
Mientras estuve con mi madre yo era una niña muy fuerte, pero, desde que
se marchó para Belem adelgacé mucho, tanto que cogí una anemia y me
tuvieron que ingresar en el hospital, y estuve allí durante dos meses porque
estaba muy delgada y deshidratada.
Era una niña muy inquieta. La razón es que yo no tenía padre. Sólo tenía un
abuelo, y podía ver que todas mis amigas tenían padre y yo, sin embargo,
no. Sí, yo de pequeña sobre todo recuerdo eso, la falta de mi padre. Sólo vi
a mi padre dos o tres veces en mi vida: cuando tenía cuatro años; a los
ocho, que él vino a mi cumpleaños y que me trajo una muñeca, y que yo no
quise hablar con él, hasta le tiré una piedra al coche…; y la última vez,
cuando tenía catorce años y me iba a casar al día siguiente, creo que era el
11 de noviembre de 1994, sí, lo recuerdo perfectamente. Ese día él vino a
casa y mi madre le dio la noticia. - Cómo que va a casarse, dijo él. - Pues,
sí, es su voluntad y ha tomado la decisión, le contestó mi madre. Ese día sí
que me senté con él para hablar. Y le dije todo el daño que me había hecho,
por haberme abandonado y por haber abandonado a mi madre. Le pedí que
se fuera y le dije que no quería volver a verlo, porque me estaba haciendo
sufrir mucho. Fue la última vez que lo vi. Después falleció en el accidente,
al cabo de dos años. Fue durante el Carnaval del 96, chocó de frente con un
camión. Tal vez, aunque es muy duro decirlo, mi vida comenzó a resurgir a
partir de aquel día. Hasta ese momento, todo el trauma que tenía era por
causa de mi padre. Para mí, él fue lo peor de mi vida.
Los mejores recuerdos de aquella etapa de mi vida son con mis abuelos, y
también con mi madre. Mis abuelos eran personas muy humildes, pero
maravillosas. Mi abuelo todavía hoy llora cuando hablo con él por teléfono.
Siempre me dice que regrese a Brasil, que él me va a cuidar. Ahora vive
con mi madre y con mi hijo.
Mi madre siempre me trató muy bien. Aunque, es una persona muy
nerviosa, y también celosa, tal vez debido a todos los problemas de la vida.
Mi relación con ella es mejor ahora. Antes era siempre muy exigente
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