TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

“El Sauce”
Cuando llegué al club, lo primero que hicieron fue coger mi pasaporte. El
encargado del club era un brasilero y nos traducía lo que nos explicaba el
dueño del club. Nos dijo que teníamos que pagar dos mil euros cada una.
Mi prima no daba crédito. Aún debíamos dinero en el primer club y ahora
esto… Aquello era una mafia. Y la brasilera nos había vendido. Estábamos
desesperadas.
Lo peor de todo era la comida. Horrible. Los clientes bien, más o menos,
porque eran gente de dinero, abogados, empresarios, personas de la alta
sociedad. Pero, las condiciones eran así: teníamos que dormir tres mujeres
en la misma habitación. Esto fue en noviembre. Yo tenía mucho miedo,
tenía más miedo que valor. Como no me daban nada de dinero, porque me
lo descontaban todo de la deuda y de la diaria (que eran cuarenta y cinco
euros), sólo me quedaba con el dinero que me daban algunos clientes, y lo
escondía en mis pechos o en las bragas.
Una noche, estaba yo en el salón y llegó un brasilero. Él se fijó en mí. Se
dio cuenta de que yo tenía los ojos brillantes y llorosos, y se acercó. Yo le
abracé. No podía contenerme. Me pagó el pase y subimos a la habitación.
No hicimos nada. Yo comencé a llorar y nos abrazamos. Él no intentó
hacer nada conmigo. Me dijo: - Joise, yo trabajo de camarero en un
restaurante aquí cerca y te voy a ayudar. Sabía que aquello era todo una
mafia. Me dio su teléfono y su dirección, y me explicó que tenía un amigo
en Portugal, que también era dueño de un club de allí, pero que era una
persona legal, que yo no iba a pasar más por todas aquellas cosas que
estaba pasando. Pero, me pidió que por favor, tuviese cuidado, que sólo se
lo comentase a mi prima y a nadie más, porque él también tenía miedo y no
quería problemas.
Cuando se marchó, se lo conté todo a mi prima. Rosalina se mostró
desconfiada. Pero, yo le dije que no, que Marcos era una persona legal, que
había subido conmigo a la habitación y no habíamos hecho nada.
Entonces, el dueño de “El Sauce” abrió otro club en la misma ciudad. Era
un club nuevo, pero no era muy bonito. Yo le dije al dueño, aprovechando
esa oportunidad, que me gustaría cambiar e ir a trabajar al club que
acababan de inaugurar. Entonces, él dijo que sí, que ya nos llevaba él. Allí
la cosa era más sencilla, porque no teníamos que dormir en el club, sino
que dormíamos en un hotel. Y fue así como aprovechamos para escaparnos.
Apenas estuvimos dos noches en el club. Quedé con Marcos. Él nos
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