TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

El viejo pagó al taxista y me llevaron para León. Llegué, el dueño del club
me saludó, me mandó para una habitación y me preguntó si quería trabajar
o prefería descansar. Le dije que prefería descansar. Al día siguiente ya
comencé a trabajar. En el club había dos ucranianas, una venezolana y las
demás eran todas brasileras. Era un club pequeño, en un pueblo de León
cerca de la carretera.
Las otras chicas brasileras hablaron un poco conmigo. Todas menos una,
porque no le había gustado mi cara. El club había cambiado recientemente
de dueño. Y empecé a trabajar. La mayoría de los clientes eran viejos
asquerosos, sin dientes y que olían muy mal. Yo les pedía que me hablasen
despacio, para poder entender. Y me escojonaba de algunas palabras, como
“correrse” o “chingar” que en mi país significan otra cosa.
Pensé que todos los españoles eran maricones, porque me pedían mucho
que me los follase con los dedos. Colocaba un condón en los dedos y se los
metía por el culo mirando para otro lado, porque me moría de asco. Al día
siguiente me lo pasaba sin comer carne…
Pero, también me lo pasé bien con algunos clientes. Algunos eran guapos y
follaban de puta madre. Allí trabajé hasta marzo. Pagué mi billete de dos
mil quinientos euros en diecisiete días. El encargado me robaba con las
cuentas, sino hubiese pagado el billete en menos tiempo.
También tuve un rollo bastante rápido con el dueño del club. Era celoso y
después, cuando yo estaba hablando con los chicos en el club se me
quedaba mirando con cara de mala hostia. Tuve que poner fin a esa
relación, decir basta. Hoy en día él es mi amigo, menos mal.
Luego conocí a un chico que venía todos los días, y le tomé un poco de
cariño. Bueno, sobre todo le tomé cariño a su dinero… Me quedé teniendo
dos novios. Una noche, cuando cerró el club, sobre las cinco y media de la
mañana, una amiga y yo fuimos a una fiesta en León y nos emborrachamos.
Me encontré a un chico en la calle que me sonrió y me cogió de la mano y
me dijo que me fuese con él a tomar una copa. Y ese chico es mi novio
actual, puedes creerlo…
En marzo dejé el club y me marché para otro club en el centro de León. Le
dije al dueño que quería cambiar, y como ya tenía pagado mi billete, tudo
bem. En el “Latino” había muchas rumanas, unas veinte, una brasileña, una
venezolana, tres africanas y tres paraguayas. Era un club más grande, y allí
el encargado ya se quedó interesado en mí. Y yo sacaba provecho de su
interés… Me organizaba bien, como siempre intento sacar provecho de la
588