TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Hubo las lágrimas normales que hay en esos momentos de las despedidas,
pero yo subí tranquila al avión, iba con todas las ilusiones del mundo…
Fue un viaje tranquilo para mí; sin embargo, para otras personas que
salieron conmigo no lo fue tanto. Algunos hombres y mujeres tuvieron
problemas al salir de Cali o en Bogotá, e incluso en Madrid a varios no les
dejaron continuar. Pero, yo no tuve ningún problema. Cuando llegamos a
Madrid me llevaron a una oficina y allí unos policías me hicieron
preguntas. Yo les contesté normal, estaba muy tranquila, y me dejaron
seguir. La carta de invitación ni me la pidieron, tan sólo me preguntaron
que porqué venía a España, yo les dije que venía de vacaciones, que estaría
en casa de un amigo que había estado en Colombia en mi casa y que era
amigo de mi esposo. También me preguntaron que porqué no venía mi
esposo conmigo, y yo les respondí que porque teníamos negocios que no
podíamos dejar solos; y luego que cuántos días iba a quedarme en España,
y yo respondí que catorce días, que eran los días de vacaciones que tenía en
la empresa; y que cuántos dólares tengo para entrar en el país, y yo que dos
mil dólares; y van y se llevan mi pasaporte y me dicen que espere un
momento. Luego me lo devolvieron, me dijeron que fuese a la casilla
número 6, y que felices vacaciones. Bueno, todo lo que les dije a la policía
era mentira, desde luego. Si les digo la verdad ahora no estaría aquí.
Cuando llegué a Bilbao me llevaron a un piso. Conocí a la chica que venía
conmigo y me dijo: ¿usted a qué viene? Yo le dije: a trabajar en una cocina.
Se rió y me dijo: sí, sí, aquí todas venimos al puterío, porque otra cosa no
hay. Llegamos al piso y me dieron una habitación pequeñita. La chica que
me trajo me dijo: mañana empiezas a trabajar. Yo me metí en ese cuartito y
por la noche empecé a oír cosas raras, pasos en el pasillo. Abrí la puerta y
vi que las chicas pasaban en ropa corta, ropa interior. Dije: ¡ay, Dios mío!
Me puse a llorar. Al día siguiente le pregunté a la chica: ustedes ¿por qué
iban en ropa corta? La chica me dijo: ¿usted qué fue lo que vió? Yo le dije
que les había visto pasar en baby dol. Ella me dijo entonces la verdad:
mira, mami, yo le voy a decir a usted la verdad, esto lo que es es una casa
de citas. Yo dije: pero ¿por qué no me lo dijo? Yo le advertí que me dijese
lo que había, yo si sé esto no hubiese venido. La chica dijo: es que yo tenía
miedo de que le contase a mi mamá. Dije: pero ahora la he visto y le puedo
contar igual, hubiese sido mejor que usted me dijera. Yo me encerré en el
cuarto y no quería salir, por no verlas a ellas. Llegó la dueña del piso y le
contaron lo que había pasado, se enfadó mucho con la chica. La dueña era
española, y le dijo: pero, no te advertí que le dijeses a la chica lo que había,
ya te dije cuando hablabas con ella que le dijeses. Vino a verme, me
consoló. Me dijo: no te preocupes, que yo no te voy a obligar a trabajar,
aquí no se obliga a nadie. La chica que me trajo decía: ésta vale para esto,
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