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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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El piso en Santa Margarita<br />

Al poco tiempo conocí a Ginés, el marido <strong>de</strong> Maite. Y empezamos a salir<br />

por la noche, a salir <strong>de</strong> fiesta y tal. Yo no sabía que ellos eran consumidores<br />

<strong>de</strong> cocaína. Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un tiempo, ella me propuso la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> montar un<br />

piso juntas. Todo fue color <strong>de</strong> rosas. Yo dije, listo. Y miramos un piso por<br />

la zona <strong>de</strong> Santa Margarita. Ella me pidió que yo pusiese todo el dinero,<br />

porque me <strong>de</strong>cía que no tenía, que tenía sus <strong>de</strong>udas y que las había pagado<br />

por lo que en ese momento no tenía dinero. Y fue así cómo a mí me tocó<br />

follar toda la semana. Yo tenía ilusión en lo <strong>de</strong> montar el negocio. Y el piso<br />

ya estaba apalabrado y todo.<br />

Ginés me dijo entonces que, aunque a él no le gustaban las sudamericanas,<br />

que yo era una buena chica y que me iba a ayudar. Y me dijo que me iba a<br />

conseguir un contrato <strong>de</strong> trabajo. Recuerdo que me dijo que era amiguísimo<br />

<strong>de</strong>l tipo que arreglaba los papeles en CCOO.<br />

Bueno, nos trasladamos. Teóricamente, yo me iba a quedar las veinticuatro<br />

horas en el nuevo piso. Y organizamos la habitación. El piso no estaba<br />

amueblado, y nos tocó ir a REMAR y arreglarlo poco a poco. Y<br />

empezamos a trabajar. Al principio, el piso funcionó. Me siguió yendo<br />

bien. Nos conseguimos una chica colombiana. Se llamaba Karen y ella<br />

tenía su horario.<br />

El dinero lo metíamos en una caja, y por la noche hacíamos las cuentas.<br />

Pero, Maite empezó a coger dinero <strong>de</strong> la caja común para sus cosas<br />

personales. Y al cabo <strong>de</strong> unos días yo le dije: - Mira, Maite, a mí no me da<br />

rollo darle algo a alguien, pero esto es parte <strong>de</strong> las dos. Ella me contestó<br />

que eso no era nada, que al fin y al cabo yo estaba viviendo allí, que no<br />

fuese <strong>de</strong>sconfiada.<br />

Y en esa semana, era como un viernes, yo saqué dinero para enviar a<br />

Colombia. Recuerdo que yo entré y me ocupé. Karen ya se había<br />

marchado. Y cuando salí <strong>de</strong> la habitación le dije a Maite: - Bueno, ahora ya<br />

po<strong>de</strong>mos hacer las cuentas. Y ella me dijo: - Uy, Elena, si supieras lo que<br />

ha pasado, que creo que nos han robado. Y ella le echó la culpa a Karen.<br />

Aquello fue todo un número que montó. A Karen la <strong>de</strong>spidió ese mismo<br />

día, mientras yo estaba ocupada. Le dijo que no volviera. Pero, yo luego<br />

volví a ver a la chica y me contó la verdad. Maite me dijo que lo sentía,<br />

pero que no podía respon<strong>de</strong>rme por el dinero. En la caja sólo quedaba un<br />

billete <strong>de</strong> cincuenta euros. A mí me robaron trescientos porque ese día<br />

había trabajado bien.<br />

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