TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

El piso de Marta
De “El Malecón” me fui para “La Sirena”, pero allí apenas estuve unos
días. Después, ya fue cuando empecé a trabajar en el piso de Romelina en
Lugo. Allí conocí a Tania y nos hicimos amigas. Luego, como ella había
tenido problemas con su hermana nos fuimos para el piso de Marta.
En el piso de Marta estuvimos trabajando con ella muchas colombianas:
yo, Tania, Alejandra, Tatiana, Cielo, Dina, etc. Las que más trabajamos
fuimos Tania y yo.
Allí hacíamos muchos tipos de servicios a los clientes. El sado, que lo
hacían Marta y Cielo, y que costaba ciento veinte euros; el lésbico, que
también lo hacían ellas y que costaba lo mismo que el sado. Yo el lésbico
no lo hago. Me parece lo último. Llegar tan bajo… Es lo último en la
putería que yo haría. Y Marta siempre me regañaba por eso. Tuvimos
varias agarradas por eso. Marta siempre decía que para ser puta, hay que
ser una puta completa. Pero, a mí me gustan mucho los hombres. Yo, por
mis hijos, eso no lo hago. Ni por el dinero, así tenga la necesidad que tenga.
Prefiero aguantarme. Aunque, ellas dicen que es fingido. No, yo no sé, pero
eso está fuera de serie.
En el piso también había el trío, el normal, el griego, la lluvia dorada, el
francés dulce y el francés tropical. El normal costaba treinta euros, y el trío
el doble. El griego lo hacía Marta. Yo nunca lo he hecho. Agustín me dejó
por eso y siempre me lo está reprochando. Por la lluvia dorada cobrábamos
sesenta euros y ese sí que lo hacíamos todas. Es fácil, el cliente se acuesta
en la bañera y la chica se lo hace encima…
Para el francés dulce al pene le echas nata y se le trabaja con la nata; o
también con frutas, con trocitos de frutas tropicales y entonces es el francés
tropical. Esto se hace todo sin goma. Pero, tiene un truquito: cuando le
notas la vena, ya sabes que se va a correr. Y el francés completo se hace
siempre con truco. A mí nunca se me han corrido en la boca. En el piso de
Marta venían muchos clientes por el francés, sobre todo los viejos.
En el piso de Marta estuve trabajando casi un año. Después, me fui para La
Coruña. Estuve un mes en casa de mis hermanas. Estuve sin trabajar,
pensando en cómo organizar mi vida de nuevo. Luego, me marché para
Ferrol a hacer una plaza en un piso. Trabajé en ese piso durante otro mes.
Y, finalmente, me volví para Lugo y pedí la plaza en el piso de Romelina.
Desde entonces, sigo acá y bien.
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